En las postrimerías del siglo pasado, el senador Beveridge de los Estados Unidos expresaba con claridad las ambiciones expansionistas de su país, al declarar… “el comercio del mundo ha de ser y será nuestro…; con nuestra marina mercante abarcaremos el mundo. Hemos de construir una flota de guerra que corresponda a nuestra grandeza… nuestras instituciones volarán tras de nuestros negocios. Una ley norteamericana, una civilización norteamericana y una bandera norteamericana serán llevadas a tierras hasta ahora ensangrentadas y tenebrosas, que entonces serán iluminadas y embellecidas por esas instituciones de Dios”.
Los dólares que entran al país por este concepto los acaparan ellos con sus líneas de aviones y con sus cadenas de hoteles. Recibimos 258 millones y gastamos 158 millones.
Cada día es mayor el número de empresas y negocios que acaparan los monopolios yanquis en nuestro país, desplazando a los nacionales de toda actividad: ¿llegará el momento en que tengamos que rendirnos y dejar todos los asuntos en sus manos?
Tras la densa cortina de informaciones interesadas que pretenden presentar a la América Latina como una región dinámica que surge con fuerza impetuosa que la va incorporando aceleradamente a las filas del desarrollo moderno, la realidad concreta, revelada por las cifras, de las tasas de desarrollo y de la distribución de los ingresos no puede ser más desalentadora.
Al cerrarle el paso al Mercomún Europeo, De Gaulle sella el destino de un viejo imperio. La reiterada solicitud de Gran Bretaña para formar parte de la Comunidad Económica Europea (Mercado Común Europeo) plantea una serie de complejos problemas tanto a los países europeos occidentales, como al resto del mundo capitalista y también al bloque de países socialistas.
La situación económica y política de los países que lo forman es comprometida: ha bajado el ritmo de crecimiento y aumenta el desempleo; el hechizo entra en agonía.
El Programa de acción firmado por 20 presidentes en Punta del Este, refleja las dos grandes tendencias que históricamente se han manifestado en el Continente Americano: la de los países latinoamericanos que ambicionan manejar ellos mismos sus asuntos internos y sus relaciones entre sí, y la de los Estados Unidos que pretende ser el árbitro y el usufructuario de los destinos de los países del continente.
Seguir políticas comunes en lo económico sustituye la vieja táctica aislacionista. Integrarse o desaparecer, parece ser el rasgo distintivo del mundo turbulento en el que vivimos. En Europa, en los países árabes, en la América Latina y también en los países socialistas, la integración económica está siendo una de las preocupaciones centrales en los momentos actuales.
En el panorama europeo, africano, del Medio Oriente y latinoamericano no existe ya casi ningún país que no forme parte de una asociación de libre comercio, de una unión aduanera de un mercado común. En su inmensa mayoría los distintos países del mundo, con la excepción notable de la mayoría de los asiáticos, se han ido integrando económicamente, adoptando las formas que acomodan mejor a sus condiciones específicas e intereses mutuos, yendo de las etapas más simples a las más complejas y avanzadas.
El estancamiento revolucionario que tuvo lugar durante la segunda guerra mundial derivó hacia un franco desarrollo capitalista bajo el régimen del Lic. Miguel Alemán. La guerra había creado condiciones propicias para que se produjera ese cambio de rumbo, al modificar substancialmente el juego de fuerzas en favor de los grupos oligárquicos, tanto en México como en los Estados Unidos.
Es el segundo año consecutivo que el aumento del valor de la producción agrícola no alcanza siquiera a igualar el ritmo de aumento de nuestra población.
Los dueños del petróleo han convertido esta riqueza no en una bendición sino en una fuerza agresiva y en una arma de chantaje.
La guerra de Vietnam ha frenado la prosperidad de Estados Unidos: sólo su industria bélica es potente, en contraste con el resto de su gran economía, ahora postrada y decadente.
La integración económica para beneficio propio y no ajeno significa su salvación. ¿Fue éste un primer fracaso del presidente Johnson que tuvo que conformarse con algo, ya que no pudo lograr objetivos más ambiciosos? ¿Se puede considerar como un triunfo de América Latina por haber eliminado la amenaza de la formación de un triunfo de América Latina por haber eliminado la amenaza de la formación de la FIP y desviado la atención de la Junta hacia el problema de la integración económica? La respuesta no es tan sencilla, aunque la eliminación, al menos por ahora, del peligro de la formación de la FIP, es de mucha importancia.
Es fácil descubrir en la intervención del señor secretario de Hacienda ante los banqueros, la intranquilidad que se está sintiendo en el país ante dos fenómenos que se están tornando cada vez más serios: la elevación de precios y el fortalecimiento de las derechas.
El gobierno de frente popular dio al traste con las conquistas de Cárdenas.
Cárdenas rescató a la Revolución de manos de los claudicantes y oportunistas y con mano firme la reencauzó por el camino progresista y antifeudal, nacionalista y popular. Con él la Revolución Mexicana alcanzó su máximo desarrollo. Cárdenas impulsó la Revolución en todas direcciones y sentó las bases del México moderno.
Un presupuesto de 135 mil millones de dólares, de los cuales 75 mil serán empleados para hacer la guerra. a estrecha vinculación de la economía de México con la norteamericana hará que a manera de cordón umbilical se transmitan a nuestro país los efectos que hemos señalado del gigantesco presupuesto de gastos e ingresos y de su orientación belicista, así como los resultados de la política monetaria, de comercio exterior y de inversión que siga nuestro vecino.
En la derrota de la Reforma Agraria el factor político ha sido determinante. Las aspiraciones de progreso y bienestar que llevaron al pueblo mexicano a tomar las armas en 1910, encontraron expresión legal en la Constitución de 1917. Los artículos 27, 28 y 123 constituyen la parte medular de las reivindicaciones populares en materia económica. A cincuenta años de promulgada nuestra Constitución debemos intentar hacer un balance y un enjuiciamiento revolucionario, así sea esquemático, sobre los logros obtenidos y sobre las perspectivas que se abren al pueblo mexicano en el futuro próximo.
A decir verdad, el movimiento armado a pesar de haber durado alrededor de diez largos años, dejó intacto el poder económico de los terratenientes, de los monopolistas extranjeros que controlaban la minería, el petróleo y la industria, y de la burguesía mexicana asociada, que dominaban la economía (y la política) en la época porfirista. El movimiento revolucionario logró tomar el poder militar destruyendo el antiguo ejército opresor de la dictadura, y también buena parte del poder político, así como las riendas del Estado, pero la fuerza económica de la reacción siguió en pie.
Objetivo: los hoteles Las empresas norteamericanas han logrado del Gobierno de México rutas directas de las grandes ciudades de Estados Unidos a centros importantes de turismo, como Acapulco y otros. La comunicación aérea con Acapulco era atendida exclusivamente por Aeronaves, hasta hace poco. Ahora tienen comunicación directa a dicho puerto cuatro grandes compañías de Estados Unidos: American Airlines, Western, Eastern y Braniff.
En un sólo día, su utilidad era mayor que la de un obrero mexicano en 2 años; atender su complejo imperio era tarea arriba de su fuerza. Grandes fortunas en país de hambre.
No obstante que Roosevelt había declarado: “Creo en la santidad de la propiedad privada”, reconocía que el gobierno debía intervenir enérgicamente en la actividad económica, mediante grandes obras públicas, con la creación de empresas de diverso tipo y con disposiciones legales y administrativas que frenaran la acción de los grandes monopolios, causantes, según la opinión de los sectores progresistas del país, de la propia crisis.
En nuestros últimos artículos hemos intentado precisar, aunque en forma esquemática, lo que son los monopolios y la forma en que operan, tomando ejemplos del país en donde han florecido con mayor vigor, los Estados Unidos.
En nombre de la democracia, pero en realidad sirviendo a Wall Street ha hecho la guerra en toda ocasión E.U.
Las grandes fortunas amasadas en todos los tiempos demuestran que las llamadas operaciones generales son simples estafas cometidas por un audaz contra el público.
Según la teoría pirata del desarrollo, el progreso depende del esfuerzo y visión de promotores audaces, enérgicos y decididos. Y si son faltos de escrúpulos, tanto mejor.
Cuando una empresa logra alcanzar una posición dominante en alguna actividad económica, está en condiciones de determinar los precios de los productos (o servicios) que elabora, lo que permite derivar utilidades máximas de monopolio: En una situación de esa naturaleza no solamente puede fijar precio alto; sino que tiene el poder económico suficiente para impedir que las demás empresas de su rama fijen precios más bajos y le hagan competencia. La fuerza desproporcionada de la gran empresa monopolista obliga a los demás a someterse, aceptando el liderazgo de la empresa mayor.
Al Capone y Dillinger solo fueron compañeros de ruta de los grandes tycoones de Estados Unidos
El gigantesco desarrollo de las empresas nada tiene de objetable en apariencia: a simple vista se logra una reducción de costos y una mayor eficiencia, pero ¿se ha puesto a pensar a quién beneficia?