No obstante que Roosevelt había declarado: “Creo en la santidad de la propiedad privada”, reconocía que el gobierno debía intervenir enérgicamente en la actividad económica, mediante grandes obras públicas, con la creación de empresas de diverso tipo y con disposiciones legales y administrativas que frenaran la acción de los grandes monopolios, causantes, según la opinión de los sectores progresistas del país, de la propia crisis.
Los “fabulosos veintes” en Estados Unidos, que hicieron suponer que ese país había, por fin, logrado encontrar la llave maestra para el progreso permanente, tuvo sin embargo, un epílogo catastrófico. En octubre de 1929 se produjo el “crack” en la Bolsa de Valores de Nueva York que precipitó la peor crisis económica que ha sufrido el mundo porque de los Estados Unidos se propagó a todos los países capitalistas con gran intensidad.
La gravedad de la gran crisis puede apreciarse cabalmente por el hecho de que más de 14 millones de obreros y empleados quedaron sin trabajo y en su gran mayoría tuvieron que depender de las raquíticas raciones que los gobiernos locales y algunas instituciones privadas, les otorgaron para que no perecieran de hambre y esto se prolongó por más de tres largos años. El país más rico de la Tierra se encontraba postrado.
El impacto social de la gran crisis fue de grandes proporciones. El gobierno federal en manos de Herbert Hoover, republicano, siguió una política completamente contraria a los intereses populares, negándose hasta a proporcionar ayuda económica a los millones de desocupados. Totalmente al servicio de los monopolios, Hoover quiso sortear los graves problemas económicos otorgándoles todavía más privilegios y concesiones, reduciéndoles impuestos, concediéndoles créditos a bajísimas tasas de interés, inmunizándolos contra las leyes anti-trust, etc., etc.
Por otra parte, Hoover fue implacable con los sectores populares. Las manifestaciones de protesta y de inconformidad por la situación fueron contestadas por la policía y hasta por el ejército. Así sucedió por ejemplo en 1932, cuando se organizó la Marcha de los Veteranos de Guerra sobre Washington, que fue disuelta violentamente por las tropas comandadas por Douglas McArthur, el mismo que años después se constituyó en “Virrey del Oriente”.
La movilización popular que se generalizó en todo el país determinó el triunfo del candidato demócrata, Franklin Delano Roosevelt, quien en su “New Deal” (nuevo trato) dio forma a una serie de demandas populares. Aunque de carácter solamente reformista, el programa de Roosevelt constituyó un avance muy importante en los Estados Unidos. No obstante que Roosevelt había declarado “creo en la santidad de la propiedad privada”, reconocía que el gobierno debía intervenir enérgicamente en la actividad económica, mediante grandes obras públicas, con la creación de empresas de diverso tipo y con disposiciones legales y administrativas que frenaran la acción de los grandes monopolios, causantes, según la opinión de los sectores progresistas del país, de la propia crisis.
Para intervenir en la actividad de los negocios privados se creó en 1933 la National Recovery Administration (NRA) encargada de regular los negocios mediante “Códigos de competencia leal”. Se aprobaron más de 800 de esos códigos que se referían a la producción, a la inversión, a los precios, a las condiciones de trabajo, a las condiciones de mercadeo, etc. Dos años después la Suprema Corte declaró anticonstitucionales dichos códigos.
La principal acción realizada por el gobierno del Presidente Roosevelt en materia de control de los grandes monopolios aparte de algunas reformas a las leyes anti-monopolistas existentes, como la Robinson-Patman Act que complementó las disposiciones de la Ley Clayton de 1914, fue la creación de una comisión especial, el Comité Económico Nacional Temporal, para estudiar a fondo el problema de los monopolios en los Estados Unidos.
El Comité Económico Temporal Nacional realizó la investigación más amplia y profunda que hasta ahora se haya hecho de los monopolios en los Estados Unidos. Se realizaron multitud de investigaciones directas, se llamó a declarar a muchos de los grandes magnates, se realizaron audiencias con especialistas y profesores de economía y, finalmente, las investigaciones fueron publicadas en forma de más de 40 monografías junto con las versiones de las audiencias y entrevistas. Estas publicaciones constituyen un caudal muy fecundo de información sobre los monopolios, en vísperas de la segunda guerra mundial.
Otra actividad de investigación de los monopolios fue realizada por una dependencia del gobierno federal, la Junta de Recursos Nacionales, la que dio a la luz pública un estudio de los ocho grandes grupos financieros de los Estados Unidos. Este estudio fue realizado bajo la dirección del eminente economista socialista Paul Sweezy, que era catedrático de la Universidad de Harvard.
Algunos de los datos relevantes de las investigaciones del Comité Económico merecen ser mencionados. Por ejemplo, el Comité encontró que en los Estados Unidos había condiciones de monopolio casi absoluto en una serie de ramas económicas importantes.
La Aluminum Co. of America por ejemplo desde hacía 50 años, era la única productora de lingote de aluminio en los Estados Unidos y la única empresa que explotaba la riqueza de bauxita del país. Además, la Aluminum Co. controlaba más del 85% de la chatarra de aluminio y del 90 al 100% de la producción de alambre, cable, lámina, tubería y estructuras de aluminio del país. Disponía además el control de las patentes básicas sobre la producción de aluminio y sus productos. Para asegurar su monopolio la ALCOA había puesto bajo su control los principales depósitos de bauxita (su materia prima) en el mundo occidental. Con su poder casi absoluto en el ramo de aluminio la ALCOA mantenía los precios a la altura que le convenía. Durante la gran crisis los mantuvo sin variación y muy elevados.
Una situación semejante se descubrió en la producción de níquel (The International Nickel Co. of Canada, controlada por capital de Estados Unidos), en cristal para óptica (Bausch and Lomb Optical Co.), en la producción de molibdeno (Climax Molybdenum Co.), de magnesio (Dow Chemical Co.), en el servicio de telecomunicaciones (American Telephone and Telegraph Co.), en el servicio de coches-dormitorio (Pullman Co.), en la aviación transoceánica (Pan-American Airways System), y en muchas otras líneas importantes.
Por su parte la investigación de la Junta de Recursos Nacionales reveló que el grado de monopolización de la economía de Estados Unidos era de proporciones verdaderamente gigantescas y no se limitaba a la existencia de uno o dos grandes firmas con posición dominante en las actividades importantes, sino que por encima de esos gigantes existían grupos financieros que controlaban verdaderos enjambres de esas empresas gigantescas. Esos grupos financieros fueron los siguientes:
Morgan-First National Bank. Este grupo incluía 13 grandes monopolios industriales, con activos de 4,000 millones de dólares, 12 monopolios de servicios públicos, con recursos de 12,000 millones de dólares, 8 grandes sistemas ferroviarios con recursos conjuntos de cerca ge 10,000 millones de dólares y 3 grandes bancos con activos globales de 4,400 millones de dólares. En conjunto este grupo financiero, que era el más importante del país, dominaba 36 gigantes con recursos totales de 30,210 millones de dólares.
Grupo Khun-Loeb. Este grupo controlaba principalmente negocios ferroviarios. En 1935 dominaba 13 sistemas ferroviarios que en conjunto representaban el 22% del transporte de primera clase en los Estados Unidos. Los recursos de estas empresas de transporte ascendían a cerca de 10,000 millones de dólares. Además, el grupo controlaba una importante empresa de telecomunicaciones, la Western Union Telegraph, con recursos de 341 millones de dólares, y un banco importante, el Bank of Manhattan, con recursos de 548 millones de dólares.
Grupo Rockefeller. En este grupo se encontraban incluidas 6 de las más importantes empresas petroleras de los Estados Unidos, encabezadas por la poderosa Standard Oil Co. de Nueva Jersey. Los recursos de estas empresas montaban a 4,262 millones de dólares. Como centro financiero del grupo se encontraba el Chase National Bank con recursos de 2,351 millones de dólares. Otras empresas de distinto tipo completaban los dominios de este grupo.
Grupo Mellon. Dentro de este grupo figuraban 13 gigantes, además de otras empresas menores. De ellas, 9 empresas eran de tipo industrial, destacándose la Gulf Oil Corporation, la ALCOA y la Westinghouse, y sus recursos conjuntos ascendían a 1,648 millones de dólares. Había además 1 empresa ferroviaria, 2 de servicio público y 2 bancos. En conjunto, los recursos de las empresas más importantes de este grupo montaban a la suma de 3,338 millones de dólares. El jefe de este grupo había sido Tesorero de los Estados Unidos en los fabulosos veintes.
Grupo Du Pont. Aunque este grupo no incluía muchas empresas, formaban parte de él algunas de las más grandes empresas industriales de los Estados Unidos. Destacan por su importancia la General Motors Corporation líder de la industria de automóviles, y la E.I. Du Pont de Nemours, primera en la industria química de ese país. Además de empresas industriales y de otro tipo el grupo incluía 3 bancos. Los recursos de las principales empresas de este grupo montaban a 2,700 millones de dólares en 1935.
Los otros tres grupos financieros eran: el Grupo Chicago, está integrado por unos 7 grandes monopolios y muchas otras empresas, cuyos recursos globales sumaban más de 4 000 millones de dólares; el Grupo Cleveland se formaba por una serie de empresas, destacándose 7 de tipo industrial y el banco Cleveland Trust, con recursos totales superiores a los 1,400 millones, de dólares. Y finalmente, el Grupo Boston, integrado por 7 monopolios y un número importante de empresas menores. En este grupo figura la famosa United Fruit Co. ama y señora de las riquezas de los principales países centroamericanos.
Los resultados de los estudios realizados durante la administración de Roosevelt por más que revelaron que los Estados Unidos estaban dominados por los grandes monopolios no pudieron aprovecharse en la lucha contra las grandes concentraciones económicas porque estalló la segunda guerra mundial. Durante la guerra no solamente no se aprobaron nuevas leyes para dominar a los monopolios, sino que en la práctica se dejaron en suspenso las ya existentes. Es que los monopolios juegan un papel fundamental en la guerra. Llegan a tomar en sus manos las partes vitales de la economía nacional. Claro, con óptimos dividendos.
Con la segunda guerra mundial los monopolios norteamericanos se fortalecieron enormemente, dentro de los Estados Unidos y en el exterior, situación que han ido consolidando todavía más en los años de la postguerra, con los auges propiciados por la guerra fría, y por la serie de guerras calientes que se han sucedido en una cadena que parece interminable.
A los 76 años de aprobada la Ley Sherman anti-trust los Estados Unidos son el país por excelencia de los grandes monopolios. La concentración económica ha seguido acentuándose y amenaza con dominarnos a todos. Y la amenaza se hará realidad si los afectados, los pueblos, los de las metrópolis y los de la periferia no se organizan debidamente en defensa de sus intereses vitales.♦