Crecemos con piernas flacas y expuestos a caernos

Es el segundo año consecutivo que el aumento del valor de la producción agrícola no alcanza siquiera a igualar el ritmo de aumento de nuestra población.

El déficit de nuestras operaciones con el exterior, incluidas las mercancías y el turismo y otros servicios, sigue siendo de grandes proporciones. En 1966 alcanzó la cifra de 343.5 millones de dólares, que solamente fue inferior en 15.3 millones de dólares al déficit registrado en 1965. La situación deficitaria, por lo tanto, sigue siendo prácticamente la misma. Los factores responsables de este déficit siguen siendo fundamentalmente las fuertes importaciones de mercancías y las grandes remesas de utilidades que hacen las empresas extranjeras a sus matrices.

El Banco de México, institución gubernamental que calcula las cifras del crecimiento económico del país, acaba de publicar su informe del año de 1966, en el que muestra que en dicho año el valor de la producción nacional total aumentó en un 7%, respecto al año anterior. Se afirma además, que dicho crecimiento se logró con gran estabilidad de precios, y de cambios, ya que los precios aumentaron solamente en un 1.3% durante el año de 1966, y el tipo de cambio permaneció al mismo nivel de $12.50 por un dólar.

Ciertamente que un aumento del 7% en el valor de la producción total es muy satisfactorio, ya que supera ampliamente el ritmo de crecimiento de la población, lo que significa que el ingreso real por habitante subió bastante, en un 3.3% según las cifras del Banco de México. Sin embargo, no basta con las cifras globales del valor de la producción y del ingreso por habitante. Es necesario analizar con mayor profundidad, lo que el Banco de México no hace, una serie de aspectos de la estructura de la producción, de la Balanza de Pagos y de la distribución del ingreso por sectores, para poder saber con claridad si el crecimiento ha sido firme, sano, equilibrado y si sus beneficios se han distribuido en forma más o menos equitativa.

En primer lugar, surge la cuestión del aumento de precios. Es una verdadera temeridad afirmar que en 1966 los precios crecieron apenas en un 1.3%. Aunque no tenemos las abundantes cifras de que dispone el Banco de México, cualquier ama de casa o ciudadano que viva de su trabajo y tenga ingresos más o menos fijos, nos dará la razón en el sentido de considerar que el aumento de precios fue mucho mayor, seguramente más del doble al consignado por el Banco de México. Siendo esto así, la cifra del aumento real del valor de la producción tendría que ajustarse hacia abajo en forma considerable, quizás a menos del 6%. Desde luego que aun así, el crecimiento es superior al logrado en 1965.

En segundo lugar, debemos analizar la estructura de la producción, para ver cómo han crecido las actividades productivas básicas y qué importancia relativa tienen en el conjunto de la economía. Desgraciadamente las cifras contenidas en el informe son incompletas. Sin embargo, sobre la base de los daos que proporciona se aprecia que en 1066 las actividades que registraron los mayores incrementos fueron las siguientes: Industria de la Construcción (16%), Manufacturas (10%), Energía Eléctrica (10%), Comercio (7.5%) y Pesca (6.5%).

Los aumentos logrados en las Manufacturas, en Electricidad y en la Pesca son desde luego los más positivos por su carácter de actividades esencialmente básicas o productivas. El de la Industria de la Construcción, aunque de proporciones espectaculares, tiene menor significado debido a que una parte importante de la construcción reviste la forma de edificación de residencias, despachos caros y apartamentos de lujo. En cuanto al crecimiento de la actividad comercial más que ser un factor favorable resulta inconveniente porque el aparato comercial es ya demasiado grande y costoso.

Pero hay otros aspectos que deben ser motivo de preocupación. Algunas actividades productivas muy importantes y de las que dependen millones de mexicanos, siguieron mostrando bastante lentitud en su crecimiento. Particularmente la agricultura se sigue quedando rezagada. En 1966 apenas logró un aumento del 2%, que no alcanzó siquiera a igualar el ritmo de aumento de la población. Es el segundo año consecutivo que el aumento del valor de la producción agrícola no alcanza siquiera a igualar el ritmo de aumento de la población. La significación de este hecho es trascendental para un país como México en donde la población rural es tan numerosa. El rezago de la agricultura hace que nuestro crecimiento tenga una base débil de sustentación: crecemos con piernas flacas y estamos expuestos a caídas constantes y dolorosas.

Al lado de la agricultura otras actividades importantes también se están rezagando. Entre ellas la minería, que apenas creció en 1.5%, el petróleo y coque, que aumentó sólo un 2.7%, la silvicultura que se estancó y la ganadería que aumentó en 4%.

Al analizar el tercer aspecto importante o sea el de la estabilidad del peso y la situación de la Balanza de Pagos, encontramos también algunos motivos de discrepancia con la actitud sobreoptimista del Banco de México. Desde luego aceptamos que la Balanza de Pagos estuvo equilibrada porque la reserva del Banco de México no se redujo, sino que aumentó, aunque el aumento fue casi insignificante, en relación al año anterior, solamente creció en 6 millones de dólares. Pero de esta circunstancia no podemos concluir que la situación de nuestras cuentas con el exterior sea sana y equilibrada. Al revisar los componentes más importantes de la Balanza de Pagos encontramos que subsisten los grandes desajustes de años anteriores y que siguen amenazando la estabilidad del Peso y el desarrollo económico del país.

El déficit de nuestras operaciones con el exterior, incluidas las mercancías y el turismo y otros servicios, sigue siendo de grandes proporciones. En 1966 alcanzó la cifra de 343.5 millones de dólares, que solamente fue inferior en 15.3 millones de dólares al déficit registrado en 1965. La situación deficitaria, por lo tanto, sigue siendo prácticamente la misma. Los factores responsables de este déficit siguen siendo fundamentalmente las fuertes importaciones de mercancías y de grandes remesas de utilidades que hacen las empresas extranjeras a sus matrices, estas remesas alcanzaron los 250 millones de dólares en 1966.

Para cubrir el fuerte déficit que arrojan las operaciones de mercancías y servicios, el país ha tenido que seguir dependiendo de los créditos exteriores y de nuevas inversiones extranjeras. En 1966 se dispuso de 536 millones de dólares de créditos, además de otros 45 millones resultado de la colocación de valores mexicanos en los mercados del exterior. Esto significa un incremento de la utilización de créditos de más de 200 millones de dólares en comparación al año de 1965. Por su parte, las inversiones extranjeras directas aumentaron en 186.1 millones de dólares en 1966. Esto quiere decir que por los dos conceptos recibimos capital del exterior por valor de 767.3 millones de dólares en el solo año de 1966. Fue en esta forma que se absorbió el fuerte déficit con el exterior y que se mantuvo estable la reserva y la cotización del peso con el dólar. ¿Se puede considerar que hay equilibrio en la Balanza de Pagos y estabilidad en los tipos de cambio? Evidentemente no. La estabilidad es más aparente que real.

Finalmente, debemos ocuparnos de la distribución del ingreso, ya que el dato del ingreso por habitante es una abstracción, dadas las grandes desigualdades que existen en nuestro país. En este problema no encontramos datos en el informe, omisión que es lamentable porque el país debe saber cómo se distribuyen los beneficios del crecimiento económico. Por la carencia de datos amplios sobre el particular, basémonos en la información publicada por el diario El Día, del 14 de marzo del presente año, que se refiere a las utilidades obtenidas por una muestra de 64 empresas importantes del país.

De las 64 empresas obtuvieron utilidades 61 de ellas, dos registraron pérdidas y una no reportó sus datos. El monto global de las utilidades de las 61 empresas fue de 1,649 millones de pesos en el año de 1965. Estas mismas empresas habían logrado utilidades conjuntas de 851 millones de pesos en 1961. Esto quiere decir que es sólo cuatro años el grupo de empresas seleccionado aumentó al doble sus utilidades. El ritmo de crecimiento de las utilidades de este grupo fue del 25% anual.

Entre las empresas del grupo que lograron utilidades más elevadas se destacan las instituciones de crédito, las de fabricación de licores y bebidas, las mineras y algunas grandes empresas comerciales. En un caso las utilidades excedieron el 50% anual, en otros dos la tasa de utilidades excedió el 40% y en tres más, la tasa fue superior al 30%.

No cabe duda que el sector empresarial, sobre todo el de las grandes empresas, es el principal beneficiario del crecimiento económico que ha logrado nuestro país.

El panorama que presenta el informe del Banco de México, es, como nos parece haber demostrado, irreal y demasiado optimista. Somos los primeros en lamentar que la realidad sea distinta y que haya motivos serios de preocupación. Al enjuiciarlo críticamente no nos anima otro propósito que el de llamar la atención de la opinión pública y de los gobernantes sobre problemas reales que afronta nuestro desarrollo, problemas que lamentablemente quedan encubiertos por un denso velo de cifras incompletas y verdaderas a medias en el informe del Banco de México.♦

Ceceña, José Luis [1967], "Crecemos con piernas flacas y expuestos a caernos", México, Revista Siempre!, 719: 24-25, 5 de abril.