En los dominios del dólar ¡No se oculta el sol!

En las postrimerías del siglo pasado, el senador Beveridge de los Estados Unidos expresaba con claridad las ambiciones expansionistas de su país, al declarar… “el comercio del mundo ha de ser y será nuestro…; con nuestra marina mercante abarcaremos el mundo. Hemos de construir una flota de guerra que corresponda a nuestra grandeza… nuestras instituciones volarán tras de nuestros negocios. Una ley norteamericana, una civilización norteamericana y una bandera norteamericana serán llevadas a tierras hasta ahora ensangrentadas y tenebrosas, que entonces serán iluminadas y embellecidas por esas instituciones de Dios”.

En menos de un siglo los inversionistas norteamericanos han logrado llegar hasta los más apartados rincones de la Tierra. Nunca se oculta el Sol en los dominios norteamericanos. Sus empresas operan en los cinco continentes y en las más variadas actividades, desde la minería, el petróleo, y las manufacturas, hasta la banca, el comercio y los servicios públicos. Fuera de los países socialistas, no hay un solo lugar en donde las empresas norteamericanas no tengan inversiones y se encuentren en un franco proceso expansionista.

Las inversiones directas (en negocios, no en créditos) norteamericanas ascendían en 1965 a 49,217 millones de dólares según las cifras publicadas por el gobierno de Estados Unidos. Esas inversiones estaban distribuidas por todo el mundo no socialista pero principalmente en Canadá, 15,172 millones de dólares; Europa, 13,894 millones y América Latina, 9,371 millones. Participaciones menores corresponden al continente asiático, 3,611 millones de dólares; África, 1,904 y Oceanía, 1,811 millones de dólares.

Los principales países receptores de las inversiones directas norteamericanas eran los siguientes: en primer lugar Canadá, la que absorbía, ella sola 15,172 millones, o sea el 30% de las inversiones totales. Estas inversiones están colocadas principalmente en la industria de transformación, 6,855 millones, petróleo, 3,320 millones y minería 1,755 millones, y comercio, 881 millones de dólares.

El segundo lugar corresponde a Inglaterra, en donde la inversión directa norteamericana asciende (en 1965) a 5,119 millones de dólares. Más de la mitad de esta cifra, 3,308 millones está invertida en el sector industrial, correspondiendo una suma importante también, 1,064 millones, al negocio petrolero. El comercio representa la otra actividad preferida por las inversiones de Estados Unidos en Inglaterra.

El tercer lugar corresponde a un país latinoamericano, Venezuela. Las inversiones norteamericanas en este país ascendían en 1965 a 2,715 millones de dólares, correspondiendo su mayor parte a la industria petrolera, 2,033 millones. La industria manufacturera y el comercio, le seguían en importancia, con 248 y 222 millones de dólares, respectivamente.

Los siguientes lugares de importancia correspondían a Alemania Occidental, 2,417 millones, Australia, 1,677 millones, Francia, 1,584 millones, México, 1,177 (séptimo lugar), Suiza, 1,116 y Brasil, 1,073 millones de dólares.

La industria manufacturera constituye el renglón preferido por las inversiones norteamericanas, sobre todo en los años recientes. Del total invertido en el exterior, corresponden 19,280 millones de dólares a empresas industriales, o sea, el 40% aproximadamente. La mayor proporción de estas inversiones se encuentran colocadas en Europa y en Canadá, las que absorben alrededor del 75% del total.

El petróleo sigue en importancia con 15,320 millones de dólares, es decir casi la tercera parte del total. De estas inversiones petroleras corresponden a Canadá 3,320 millones de dólares, a Venezuela 2,033, al Medio Oriente, 1,491 millones y a Europa en su conjunto, 3,429 millones, siendo Inglaterra, Alemania e Italia los países más importantes en este renglón.

Las inversiones en las actividades mineras alcanzaron 3,794 millones de dólares. De ellas un solo país, Canadá absorbe la mitad, es decir, 1,755 millones de dólares. Sigue en importancia la América Latina en 1,114 millones de dólares, o sea, alrededor del 30% del total. Chile, Perú y México son los países latinoamericanos que absorben la mayor proporción de estas inversiones.

En los últimos años el comercio ha estado siendo una de las actividades hacia donde se han ido canalizando inversiones norteamericanas en cuantía considerable. En 1965 la inversión directa norteamericana en actividades comerciales ascendió a 4,191 millones de dólares, superando en cerca de 400 millones de dólares a las inversiones en minería, que tradicionalmente representó el renglón más importante en la inversión de los Estados Unidos en el extranjero. Corresponde a Canadá la mayor proporción de estas inversiones, con 881 millones, o sea alrededor del 20% del total. Siguen en importancia Inglaterra, con 415 millones, Suiza con 397 y Venezuela con 222 millones de dólares.

Los servicios públicos, otrora uno de los renglones preferidos, han declinado substancialmente. Las inversiones totales de las empresas norteamericanas ascendieron en 1965 a 2,134 correspondiendo su mayor proporción al Canadá, que absorbe más de la quinta parte, y a los países del Caribe, con 147 millones de dólares.

El lucro el objetivo fundamental

Las ganancias obtenidas por las empresas norteamericanas en el exterior son realmente substanciales, aún considerando las cifras oficiales que generalmente son inferiores a las reales. En conjunto rebasan el 10% neto, deducidas de impuestos.

En 1965 las utilidades de las empresas de Estados Unidos en el exterior alcanzaron la cifra de 5,431 millones de dólares, o sea en exceso al 11% sobre el monto de la inversión total. La mayor proporción de estas utilidades se derivaron de la actividad industrial, la que produjo 2,019 millones de dólares. Le siguió en importancia la actividad petrolera con 1,825 millones de dólares y finalmente la minería que produjo utilidades netas de 571 millones de dólares. Otras actividades rindieron 1,017 millones.

Los tributarios más importantes para los negocios de los Estados Unidos fueron en primer lugar Canadá, en segundo lugar la América Latina, en tercer lugar Europa y finalmente el Medio Oriente. Canadá por sí sola produjo 1,198 millones de utilidades, o sea más del 21% de las utilidades totales obtenidas por las empresas norteamericanas en el exterior.

La América Latina en su conjunto ocupó el segundo lugar como proveedor de utilidades, con 1,170 millones de dólares, o sea alrededor del 20% de las utilidades de las empresas norteamericanas en el exterior. Los países que más utilidades producen a los norteamericanos son Venezuela, 504 millones de dólares; Argentina, 133 millones; Brasil, 102 millones y México, 100 millones. Estas cifras corresponden a las publicadas por el gobierno de los Estados Unidos y como se dijo, son inferiores a la realidad, como lo prueba el hecho de que solamente de México las empresas extranjeras remiten a los Estados Unidos alrededor de 250 millones de dólares al año, en utilidades, intereses y regalías, esto, además de reinvertir parte de las utilidades obtenidas en cada ejercicio.

De Europa las empresas norteamericanas lograron en 1965 obtener 1,161 millones de dólares. De esta región, Inglaterra fue la que contribuyó más ampliamente con cerca de 500 millones de dólares, siguiéndole en importancia Alemania, con 217 millones y Suiza con 153 millones de dólares.

De otras regiones en que operan las empresas norteamericanas, los principales contribuyentes fueron, Libia con 235 millones de dólares, Australia con 125 y finalmente, República Sudafricana con 101 millones de dólares.

El mundo, tributario de los Estados Unidos

La expansión de las empresas norteamericanas en el mundo en los últimos años, ha sido realmente espectacular. En el lapso de 15 años se han casi quintuplicado. A pesar de ello el flujo de nuevas inversiones es inferior al monto de las remesas que Estados Unidos recibe por concepto de utilidades, regalías e intereses de las operaciones de dichas empresas en el exterior. Esto se debe a las altas utilidades que las empresas norteamericanas logran en el exterior, que les permiten hacer fuertes remesas a sus matrices, además de reinvertir considerables sumas.

Esto quiere decir que actualmente lejos de que el mundo reciba un ingreso neto de dólares por vía de inversiones norteamericanas directas, esta sufriendo una sangría de capitales. Así por ejemplo, en el periodo de 1950 a 1963 las empresas norteamericanas colocaron el exterior inversiones por un monto de 17,382 millones de dólares y enviaron a los Estados Unidos utilidades por valor de 29,416 millones de dólares, es decir, 12,034 millones de dólares. Esto significa que por cada dólar que sale al exterior, se reciben casi un dólar y medio en utilidades, además de que las propiedades norteamericanas en el exterior se incrementan constantemente. El mundo, por lo tanto, se ha convertido en tributario de los Estados Unidos.

Ceceña, José Luis [1967], "En los dominios del dólar ¡No se oculta el sol!", México, Revista Siempre!, 730: 22-23, 21 de junio.