La decisión de la Gran Bretaña de dejar "flotar" la libra esterlina, lo que equivale a una medida de devaluación no es sino un episodio más en la crisis monetaria de largo alcance que padece el mundo capitalista. En menos de un año hemos presenciado la "flotación" del dólar su desligamiento del oro y finalmente la devaluación de la divisa norteamericana; las revaluaciones del yen y de algunas monedas europeas, en relación al dólar; fuertes movimientos "especulativos" en el mercado de divisas y en especial del oro que hicieron subir el precio a 65 dólares la onza; y ahora el proceso devaluatorio de la libra esterlina.
Se trata, pues, de un fenómeno generalizado de crisis monetaria (que revela desequilibrios fundamentales en la estructura económica del sistema) que sin duda afectará no sólo al Reino Unido, sino al mercado de cambios en su conjunto y desde luego al mercado del oro. Tan es así, que los mercados de cambio europeos han suspendido sus operaciones por temor a una avalancha "especulativa", y se han convocado reuniones urgentes de alto nivel para buscar fórmulas adecuadas para hacerle frente al problema.
No es una sorpresa que la crisis Se esté centrando en la libra esterlina, ya que la Gran Bretaña viene a constituir quizás el "eslabón más débil" en el conjunto de los más importantes países capitalistas desarrollados; se le califica como "el hombre enfermo de Europa", por las grandes dificultades económicas que ha estado afrontando desde la Segunda Guerra Mundial.
Pasado glorioso, futuro precario
Por más de dos siglos la libra esterlina fue la moneda internacional de mayor prestigio, por ser la divisa del país de mayor influencia en la economía internacional y por su gran estabilidad, por su asegurada convertibilidad en oro. En efecto, desde el año de 1717 en que Isaac Newton (considerado el fundador de la física. moderna) siendo el Jefe de la Casa de Acuñación fijó la equivalencia de una onza de oro por 3 libras, 17 shellines y 10.5 d., se mantuvo esa misma relación con el oro hasta el año de 1931 en que la gran depresión obligó a la Gran Bretaña a abandonar el patrón oro. Durante todo ese largo periodo con excepción de algunos breves plazos de emergencia, la libra esterlina fue la divisa internacional más segura y solicitada.
La Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias, cambiaron radicalmente la posición de la Gran Bretaña en la economía mundial y consecuentemente la estabilidad y prestigio de la libra esterlina, la que se ha encontrado en un proceso de crisis y devaluaciones casi permanente.
El costo de la guerra fue muy elevado para el Reino Unido: destrucción de capacidad productiva, fuertes pérdidas en su marina mercante, reducción de mercados, liquidación de inversiones en el extranjero (de 1939 a 1945, tuvo que liquidar más de 1,000 millones de libras esterlinas que tenía invertidos en el exterior, con el objeto de adquirir pertrechos de guerra), fuertes deudas de guerra con Estados Unidos y con algunos miembros de la Comunidad Británica, y lo que ha sido aún más importante, el desmoronamiento de su imperio colonial.
Para agravar la situación, la Gran Bretaña se empeñó en mantener su posición de Gran Potencia, lo que le originó gastos militares muy elevados en el exterior que constituyeron una carga muy pesada para su economía.
En el periodo de la posguerra la Gran Bretaña ha recibido crecidas sumas de otros países y de organismos internacionales para mantenerse a flote, ayudas que solamente han servido de paliativos. En 1946, poco después de terminada la guerra, recibió créditos por valor de 5,000 millones de dólares, siendo otorgados por los Estados Unidos 3,750 millones y por Canadá 1,250 millones de dólares. Aún con esos grandes créditos, el Reino Unido tuvo que devaluar la libra esterlina en 1949, en una proporción del 30.5% respecto al dólar norteamericano.
El Plan Marshall que puso en práctica el Presidente Truman, tuvo como principal receptor a la Gran Bretaña, la que recibió un total de 3,189.9 millones de dólares, o sea, alrededor de la cuarta parte del total.
En el curso de las dos últimas décadas se han sucedido una, serie de otros créditos, tanto de algunos países como de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, entre los cuales cabe mencionar la asignación de 1,006.3 millones de dólares que le ha hecho el Fondo Monetario Internacional en Derechos Especiales de Giro.
No obstante estas crecidas sumas que ha recibido la Gran Bretaña del exterior, su situación económica interna y su posición de balanza de pagos ha sido precaria con tendencia a empeorar. Actualmente se estima que tiene obligaciones con el exterior que exceden a los 9 mil millones de dólares; su tasa de crecimiento ha sido reducida, y el desempleo se ha mantenido a un alto nivel, en cerca de 1 millón de desocupados. Por añadidura, la Gran Bretaña ha sido fuertemente, invadida por capitales extranjeros, principalmente norteamericanos cuya inversión alcanza los 8,015 millones de dólares (1970).
El dólar, en peligro de nuevo
La opinión pública mundial considera, con razón, que el problema de la libra esterlina no es el principal, sino el de la debilidad del dólar. A decir verdad, una parte importante de las dificultades de la divisa inglesa se deriva de la gran inestabilidad del dólar. Prestigiados economistas europeos, no solamente británicos, consideran que aparte de las dificultades propias de la economía de la Gran Bretaña, los desajustes de la libra esterlina (y de otras divisas importantes) se derivan de los problemas que ha estado planteando el dólar y que los ha obligado a tomar medidas de defensa de la propia divisa norteamericana y que en esa defensa ha estado en las primeras filas Inglaterra.
La debilidad de una divisa repercute en el conjunto de los mercados de cambio, especialmente cuando se trata de una divisa tan importante como el dólar y la libra esterlina. La especulación se manifiesta en grandes compras de divisas fuertes (yen, marco alemán, etc.) pagando con libras esterlinas y dólares no deseados, y en compras de oro con estas mismas monedas. Ello puede conducir a la mayor elevación del oro y a la revaluación de las divisas fuertes y puede obligar a los Estados Unidos y a la Gran Bretaña a devaluar su moneda.
Las consecuencias que se pueden esperar son de grandes proyecciones. Inestabilidad en el mercado de divisas, trastornos en el comercio mundial, dificultades en los mercados de capitales, políticas más proteccionistas de parte de los grandes países industriales. Para los países del "Tercer Mundo" que se encuentran formando el hilo más débil, las perspectivas se presentan poco halagadoras: mayores dificultades en su comercio exterior y en la obtención de recursos financieros internacionales. Son las perspectivas que tenemos en el juego de intereses mundiales de las grandes potencias capitalistas.♦