Desarrollo, con Independencia

Sin invasión de capital extranjero, Japón vence

Un ejemplo convincente de cómo se puede desarrollar un país de manera acelerada sin tener que enajenar su economía nos lo proporciona el Japón. Contrariamente a la idea tan extendida de que el desarrollo espectacular registrado por el Japón en las últimas dos décadas se ha debido al capital norteamericano, las inversiones extranjeras directas han jugado un papel de muy poca monta. En este sentido Japón ha venido a echar por tierra la tesis (de sello imperialista) de que el desarrollo acelerado de un país que ha "llegado tarde", sólo puede lograrse con una fuerte infusión de capitales del exterior, tesis que pretendía encontrar "comprobación" en los casos de Canadá, Australia, Brasil (y México?).

Las inversiones directas norteamericanas en el Japón no han tenido importancia en época alguna de la vida económica del Japón, si bien han ido aumentando, sobre todo en los últimos años. En el año de 1929, el total de capitales directos norteamericanos invertidos en Japón alcanzó un total acumulado de 61 millones de dólares, (valor en libros). En 1936 descendieron a 47 millones de dólares, y cayeron aún más para 1950, en que su monto apenas llegó a un total de 19 millones de dólares.

Después de 1950 se produjo un proceso de aumento continuo, elevándose a 254 millones en 1960, a 1,218 millones de dólares en 1969 y de 1,491 millones en 1970.

La cifra total de capitales directos norteamericanos invertidos en Japón es reducida tomando en cuenta la magnitud de la economía de ese país, y bastante menor a la que las empresas yanquis han colocado en otros países industrializados, como Canadá (21,127 millones de dólares), Gran Bretaña (7,190 millones), Alemania Federal (4,276 millones) y Francia (2,122 millones de dólares). También es inferior a la invertida en países de menor desarrollo como Australia (2,947 millones de dólares), Venezuela (2,663 millones) Brasil (1,636 millones) y México (1,640 millones de dólares). Todo, considerado en valor en libros.

Las inversiones directas norteamericanas en Japón se han dirigido preponderantemente a la industria manufacturera y al negocio petrolero. En las actividades industriales se encuentran invertidos 753 millones de dólares y en petróleo, 540 millones de dólares. Comparando las cifras correspondientes a la inversión en la industria japonesa con las que las empresas norteamericanas han invertido en esa actividad en Brasil, encontramos que son mucho menores, ya que en este último país dichas inversiones ascienden á 1,247 millones de dólares; la cifra correspondiente a México es también superior a la correspondiente a Japón, ya que en nuestro caso se elevan a 1,191 millones de dólares.

La economía japonesa en manos de japoneses

El Japón es el caso sobresaliente de país capitalista en donde la economía se encuentra en manos de nacionales. Son muy pocas las empresas importantes en que la mayoría del capital sea propiedad de extranjeros. Como casos sobresalientes podemos mencionar el de la National Cash Register (Japón), en donde el 71.4% del capital pertenece a la National Cash Register, de los EE.UU., el de la Toa Nenryo Kogyo, en la que la Esso y la Mobil Oil poseen el 50.2% del capital y el de la Yamatake-Honeywell propiedad en 50.1 % de la Honeywell; y los de la Mittubishi Oil, Koa Oil y Showa Oil, en donde el 50% pertenece a firmas norteamericanas e inglesas.

En la gran mayoría de los casos las inversiones directas extranjeras en Japón adoptan la forma de empresas mixtas, con una alta proporción de capital japonés. En estas empresas el capital extranjero rara vez asciende a más de 25% del capital, correspondiendo el caso típico a participaciones del 10 al 20% del capital. En otros casos la proporción de capital extranjero es casi simbólico, pues apenas asciende a una proporción menor al 1 % del capital.

Compra de tecnología, la alternativa japonesa

El Japón se ha desarrollado en el periodo de la postguerra utilizando ampliamente la tecnología moderna de otros países, particularmente la de Estados Unidos. Más que utilizar capital del exterior ha optado por aprovechar los adelantos tecnológicos mundiales; mediante el pago de regalías. Lo interesante del caso japonés es que obstinadamente ha defendido la propiedad de sus negocios y al utilizar tecnología ajena no ha cedido el control de las empresas. Sólo en casos excepcionales han tenido que aceptar una mayoría de capital extranjero, para lograr el uso de tecnologías modernas.

Un aspecto muy importante de la política japonesa en este sentido es el de que cerrando el camino a las inversiones extranjeras directas han podido seleccionar el tipo de tecnologías que más les interesa y no han estado supeditados a la política de las grandes empresas extranjeras en cuanto a la tecnología a utilizar. Esto les ha dado grandes ventajas y les ha ahorrado muchos problemas que son tan grandes para países como el nuestro en que importamos la tecnología que nos traen las empresas extranjeras, sea o no la más conveniente para nosotros.

La puerta se entreabre, pero...

Las empresas multinacionales de los grandes países inversionistas, especialmente las de los Estados Unidos, han estado ejerciendo una enorme presión sobre Japón para que abra la puerta a los capitales extranjeros. El nacionalismo de los hombres de negocios japoneses y de su gobierno, han ofrecido una tenaz resistencia a esas presiones, pero se han visto obligados a hacer algunas concesiones.

Sin embargo, las concesiones están lejos de significar una entrega. Es muy interesante ver cómo han estado procediendo ante esas presiones. Gradualmente han entreabierto la puerta en algunas actividades, pero asegurándose de que no van a ser invadidos por capitales del exterior. Las primeras concesiones se hicieron en ramos secundarios; luego, se entreabrieron otros de mayor importancia, pero limitando la inversión extranjera a menos del 50%, y una vez que han estado seguros de que las empresas japonesas se encontraban firmes en el control de esos negocios; finalmente, se han hecho concesiones en renglones importantes como el de automóviles, pero también sobre las mismas bases de seguridad.

Es de esta manera cómo el Japón ha logrado ser dueño de su economía. El manejo de sus negocios por ellos mismos ha sido uno de los factores más importantes que les ha permitido desarrollase en la forma tan destacada que asombra al mundo. Sin interferencias de intereses extranjeros han podido planear sus negocios de manera independiente; no han sufrido las fuertes sangrías de capitales que padecen otros países y han utilizado la tecnología más apropiada.

Los mexicanos tenemos mucho que aprender de la experiencia japonesa, como puede verse con claridad. Será muy útil que nuestros hombres de negocios y nuestros funcionarios de alto nivel aprovechen plenamente estas experiencias, y las incorporen, en la medida que acomoden a nuestras realidades, a una firme política nacionalista tanto en lo que hace al aprovechamiento de capitales externos, como a la utilización de tecnologías del exterior.♦

Ceceña, José Luis [1972], "Desarrollo, con Independencia", México, Revista Siempre!, 976: ##-##, 8 de marzo.