Más de 200 millones de dólares de comercio nos ligan con esa nación; Es nuestro primer cliente algodonero con cerca de mil millones de pesos anuales. Nos compra más de lo que le vendemos, necesidad de ese país intensificar sus relaciones con América Latina por dificultades derivadas de los E. U., posibilidades concretas: mayor intercambio en el comercio; nueva tecnología en la construcción de puertos, naves, electrónica, óptica y en la pesca. |
Japón representa en los actuales momentos una de las posibilidades más promisorias para México en la política de expansión de sus relaciones económicas técnicas y culturales con el exterior. Por una parte, ya han alcanzado una considerable importancia las transacciones comerciales entre los dos países lo que significa un amplio conocimiento recíproco y la existencia de un interés común en mantener dicho intercambio, y por la otra, se están dando circunstancias en el ámbito internacional y en la problemática particular tanto de México como del Japón, que están llamadas a favorecer el fortalecimiento de los lazos entre los dos países, sobre bases de beneficio recíproco.
El Japón ha estado desarrollándose en forma espectacular en las últimas dos décadas, con una pujanza que le ha permitido rebasar a la República Federal Alemana por el valor de su producción total, y colocarse en el tercer lugar en el mundo, superado solamente por los Estados Unidos y la Unión Soviética. Este acelerado desarrollo ha requerido de una política agresiva de comercio exterior, para adquirir las enormes cantidades de combustibles, materias primas y alimentos, cuya dotación es notoriamente insuficiente ¾petróleo, carbón, hierro, trigo, etc.¾, y para disponer de mercados suficientes para su creciente producción de productos manufacturados. De esta suerte, el Japón se ha convertido en un gran exportador y, por necesidad también en un fuerte importador de una amplia variedad de Productos.
Este desarrollo, sin embargo, se encuentra amenazado. Las dificultades que experimenta actualmente el comercio internacional, por una coyuntura económica mundial desfavorable y por la política restriccionista de los Estados Unidos, el cliente japonés más importante ya que absorbe casi un tercio de sus exportaciones totales, además de por una serie de factores internos adversos como el elevado crecimiento del costo de la vida, la creciente escasez de mano de obra y la acentuada concentración de la riqueza y del ingreso, están planteando al Japón problemas económicos serios. El dinamismo de la economía japonesa se ha debilitado, la competencia comercial se torna cada vez más difícil particularmente por las políticas restriccionistas que están adoptando todos los países, pero en especial los bloques económicos europeos y los Estados Unidos.
En tales circunstancias, el Japón tiene necesidad vital, para sostener su alto ritmo de crecimiento económico de intensificar su esfuerzo comercial y financiero en el exterior a efecto de superar las condiciones adversas y poder asegurar mercados para sus productos y capitales y para obtener los abastecimientos de materias primas, combustibles y alimentos que requiere. Para tener éxito en dicho esfuerzo, dadas las condiciones en que se encuentra, tendrá que utilizar métodos suficientemente ágiles y atractivos para interesar a los otros países en ampliar sus relaciones económicas con Japón. Y esto es precisamente lo que está haciendo: facilidades crediticias más liberales; contratos de compra de materias primas y otros productos, a mediano y largo plazo; inversiones en empresas mixtas, aceptando minoría de capital japonés y mayoría de capital local; asistencia técnica sobre bases razonables para los beneficiarios; reducción de precios de las exportaciones japonesas, y otros expedientes complementarios para dar mayor efectividad a la política de fortalecimiento de sus relaciones con el exterior.
Como puede apreciarse, para México se presentan coyunturas muy favorables para ampliar considerablemente sus lazos económicos y tecnológicos con el Japón, ahora que dicho país, obligado por las circunstancias, está adoptando una política mucho más favorable a dicho intercambio. Y huelga decir que para México es de vital importancia fortalecer sus relaciones con el Japón, porque le permitiría reducir en alguna medida la fuerte dependencia respecto a los Estados Unidos, tanto en el aspecto comercial, como financiero y tecnológico, además de que le ayudaría a disminuir el peligroso desequilibrio de su balanza comercial y de Pagos en general.
Japón, gran cliente y proveedor
El comercio con el Japón alcanza sumas respetables, ya que en algunos años ha rebasado los 300 millones de dólares. Después de los Estados Unidos, el Japón constituye nuestro principal cliente principalmente en algodón del que nos compra anualmente alrededor de mil millones de pesos. Son también importantes las compras japonesas de sal común, maíz, cinc y cobre, mercurio, sorgo, camarón, y de otros productos.
El Japón es también uno de nuestros proveedores más importantes. Entre los productos que adquirimos en Japón se destacan: acero inoxidable, automóviles y refacciones, turbinas y equipo de generación de energía eléctrica, maquinaria textil, partes y refacciones para aparatos de radio y televisión y muchos otros.
El intercambio con el Japón, a diferencia del que realizamos con los Estados Unidos, nos produce siempre un superávit, que en 1969 fue de 29 millones de dólares y en 1970 de algo más de 8 millones de dólares. El descenso de 1970 debe atribuirse a las menores ventas de algodón, debidas a la baja producción nacional de la fibra, y no a una tendencia descendente de nuestras ventas a ese país. El Japón representa, por lo tanto, un buen mercado, por la cuantía de las transacciones y por los saldos positivos que nos proporciona. Debemos, en todas las formas, mantenerlo y ampliarlo al máximo posible.
Perspectivas
La coyuntura que se nos presenta es muy prometedora, como ya indicamos, para intensificar nuestros lazos con cliente tan importante. Existe una serie de posibilidades concretas para alcanzar ese objetivo, siendo algunas de ellas las siguientes:
— mayores ventas de algodón, minerales y alimentos, si es que logramos aumentar nuestra producción, organizar mejor nuestros sistemas comerciales y aumentar la productividad;
— convenios sobre colaboración tecnológica japonesa para la construcción y acondicionamiento de puertos, para intensificar y mejorar nuestra actividad pesquera;
— contratos a largo plazo de abastecimientos de productos mexicanos, tanto sobre la base de operaciones de contado, como del tipo de intercambio compensado de ventas y compras;
— facilidades crediticias en materia comercial y de colaboración tecnológica;
— establecimiento de empresas mixtas, con participación de capital japonés hasta de un 33 por ciento, sujeto a la obligación de la parte japonesa de proporción la tecnología sobre bases adecuadas.
Estas son algunas de las posibilidades que consideramos están a nuestro alcance, si es que estamos dispuestos a realizar los esfuerzos necesarios para llevarlas a la práctica. Seguramente que deben existir muchas otras que podemos precisar con estudios a fondo tanto del lado mexicano como del japonés.
En este contexto es alentador constatar el interés que está mostrando nuestro gobierno para ampliar los lazos económicos, culturales y tecnológicos con el Japón, como lo prueba la anunciada visita de nuestro primer mandatario a Tokio en marzo próximo. Ese contacto directo de los gobernantes de los dos países puede reportar grandes beneficios para México y también para Japón, por lo que expresamos nuestro beneplácito más sincero.