Objetivo: mantener el dominio del Dólar Amenazas: Suspensión de apoyo financiero y comercial, veto a créditos del BID y del Banco Mundial; apoyo a barcos piratas, cargas fiscales a empresas maquiladoras, operaciones intercepción. Promesas: Preferencias comerciales, mayores cuotas azucareras, créditos y colaboración técnica. La respuesta: Unidad de acción en defensa de su independencia económica y política en su régimen interno y para realizar operaciones de comercio, financieras y de uso de la tecnología con todo el mundo. |
La impotencia del gobierno de los Estados Unidos para mantener su hegemonía sobre los países de la América Latina por la determinación de nuestros pueblos de defender su independencia económica y política, lo está llevando a aplicar una política de amenazas económicas, paliadas con algunas promesas tendientes a obligarlos a mantenerse supeditados a los intereses monopolistas norteamericanos. En las últimas semanas se ha intensificado esa política como resultado de la crisis económica y de las medidas nacionalistas que han adoptado algunos países de la América Latina en defensa de sus intereses vitales y en base a sus derechos de autodeterminación.
Enmienda Hickenlooper.¾ Con el objeto de proteger los intereses de los monopolios norteamericanos en el exterior, la llamada Enmienda Hickenlooper establece la suspensión de cuotas, créditos, y toda clase de “ayudas”, incluyendo la militar, a los países que afecten las propiedades de empresas norteamericanas sin el pago “satisfactorio”. Esta disposición es un arma del gobierno y monopolios norteamericanos para mantener su dominio sobre nuestra economía, pues la amenaza de la agresión económica impide a muchos países adoptar políticas de carácter nacionalista que reintegran al patrimonio nacional riquezas y actividades ahora detentadas por empresas de los Estados Unidos. Las políticas nacionalistas de Perú, Ecuador, Chile y otros países se encuentran bajo la amenaza de la Enmienda Hickenlooper, especialmente ahora que el presidente Nixon parece haberla adoptado como instrumento básico de su política exterior.
El BID y el Banco Mundial.¾ La agresión económica del gobierno norteamericano está rebasando los límites de su propia jurisdicción y pretende extenderse a la utilización de organismos multinacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, aprovechando su poderosa influencia en dichas instituciones.
El presidente Nixon ha anunciado que se opondrá (léase: vetará) al otorgamiento de créditos por los organismos en los que participa, a países que afecten intereses norteamericanos. Se puede considerar a esta decisión como un intento de extender la acción de la Enmienda Hickenlooper a instituciones multinacionales, sino organismos en donde participan muchos otros países y que se rigen por normas propias, convenidas por todas las naciones que las integran.
El Banco Mundial, por ejemplo, es una institución financiera internacional formada por 115 países, entre los que figuran a lado de los Estados Unidos un buen número de países de alto desarrollo y de los llamados “subdesarrollados”. Los Estados Unidos son solamente uno de sus miembros del Banco y por lo tanto, sus intereses no deben prevalecer sobre los de todos los demás.
En el caso del BID sucede una cosa semejante, con el factor adicional de que con excepción de los Estados Unidos (y Canadá, que acaba de ingresar) todos los demás integrantes son países de la América Latina.
Lo que sucede en los casos de estas dos instituciones (así en el Fondo Monetario Internacional) es que los Estados Unidos han utilizado su poder para convertirlas en instrumento al servicio de sus intereses —no del pueblo norteamericano, por supuesto, sino de los monopolios yanquis—. Es por ello que esos organismos adoptaron la forma de sociedad anónima, que aseguró a los Estados Unidos su preponderancia por ser el principal accionista. Pero aún así, el presidente Nixon se está extralimitando al querer manejar al BID y al Banco Mundial como si fueran simplemente agencias del gobierno norteamericano y con ello está atentando contra los derechos de nuestros países.
Las maquiladoras.¾ Al ocuparnos del asunto de las empresas maquiladoras que se han establecido en la frontera de nuestro país ya señalamos los serios inconvenientes que representan sobre todo por la dependencia determinante respecto a los Estados Unidos, que las puede convertir en otro factor de presión sobre nuestro país. Los hechos parecen darnos la razón.
Como resultado de la crisis económica que actualmente padece nuestro vecino, que ha elevado la tasa de desempleo a más del 6 por ciento de la fuerza de trabajo, lo que significa alrededor de cinco millones de desocupados (según cifras oficiales), se está registrando una creciente oposición de los sindicatos obreros al establecimiento de empresas maquiladoras, porque consideran que está contribuyendo al desempleo. A esa oposición obrera se viene a sumar el proyecto de ley Burkehartke que de ser aprobada significará el cierre de muchas maquiladoras ya establecidas porque se cancelarían las franquicias fiscales que de ahora disfrutan.
De esta manera, la política de fomentar el establecimiento de empresas maquiladoras para dar ocupación a nuestros trabajadores fronterizos y aprovechar la “ventaja” de los bajos salarios en comparación a los que rigen en los Estados Unidos, no sólo habrá fracasado, sino creado nuevos problemas. Es de preverse que los monopolios norteamericanos y su gobierno utilizarán como instrumento de presión, para sacar concesiones de parte de nuestro gobierno, la posibilidad de que las maquiladoras dejen de funcionar, ya que según datos de la revista Business Week del 22 de enero de este año, existen actualmente 280 empresas maquiladoras norteamericanas, además de 50 mexicanas, con una ocupación total de 40 mil trabajadores.
Barcos piratas.¾ El caso de los barcos pesqueros piratas norteamericanos está dando lugar también a que el gobierno de Nixon utilice el látigo de la Enmienda Hickenlooper en contra de los países que como Ecuador (entre otros) en ejercicio de sus soberanía ha establecido el límite de sus aguas territoriales en 200 millas, pero los Estados Unidos no “reconocen” ese acto soberano del Ecuador, para proteger a las empresas pesqueras norteamericanas que saquean la riqueza marítima ecuatoriana (y de México, Perú, etc.). Se trata de una verdadera agresión económica contra el débil y de una intervención en detrimento de la autodeterminación de nuestros pueblos.
La determinación de los países de la América Latina (desgraciadamente no de todos) de defender su soberanía e intereses vitales, y el impacto desfavorable que la política de amenazas ha tenido no sólo en los países afectados, sino en escala mundial, incluyendo a la del propio Estados Unidos, ha determinado el gobierno de Nixon a contrarrestarla mediante promesas de colaboración y ayuda comercial, financiera y técnica. Ofrecimientos de mayores créditos, de mayor acceso a la tecnología norteamericana y de otorgamiento de “preferencias” comerciales a los países de la América Latina persiguen ese objetivo. Se trata de combinar la “carnada” con el “garrote”.
Ante la política del presidente Nixon la América Latina sólo tiene un camino: defender su derecho de autodeterminación para aplicar la política que más convenga a los intereses populares y que fortalezca su independencia, y apretar filas para la lucha común frente al poderoso. Comercio y relaciones financieras con todo el mundo; acción conjunta para obtener trato equitativo de parte de los poderosos; políticas nacionalistas que fortalezcan la independencia y sirvan de base al desarrollo acelerado, con sentido popular; lucha común para convertir a los organismos internacionales en los que participan en factores de beneficio colectivo son algunos de los ingredientes fundamentales por los que debe luchar la América Latina. No hacerlo significará aceptar la supeditación neo-colonial y mantener a los pueblos en las condiciones de atraso en que viven.♦