La política de mexicanización de la minería ha logrado una realización muy importante al reestructurarse el capital de la Cia. Minera de Cananea, la última de las “Tres Grandes” que tuvieron bajo su control la explotación minera del país. Con anterioridad se habían dado pasos semejantes con las otras dos grandes, la American Smelting and Refining Company y la American Metal, y también con otras como la San Francisco Mines, la San Luis y las compañías azufreras.
Los avances logrados en la mexicanización de la minería pueden apreciarse si comparamos la situación que presentaba la propiedad de las empresas mineras en años anteriores. Veamos algunos datos relevantes:
— En vísperas de la Revolución de 1910 operaban en México 31 compañías mineras importantes, con capitales conjuntos de 281 millones de pesos, de las cuales 29, con el 98 por ciento del capital total, pertenecían a inversionistas extranjeros. Entre estos capitalistas sobresalían los norteamericanos, que controlaban 17 empresas importantes con capitales que representaban el 81 por ciento del total; le seguían los ingleses con 10 empresas y el 15 por ciento del capital, y a considerable distancia los inversionistas franceses, con dos empresas y el 2 por ciento del capital.
— El movimiento revolucionario, a pesar de su contenido nacionalista que quedó plasmado en la Constitución de 1917, dejó prácticamente intacto el dominio extranjero de la minería hasta fechas relativamente recientes. Esto queda ilustrado con los datos del estudio sobre la “Inversión Extranjera en la Minería Mexicana”, realizado por la Cámara Nacional de la Industria de Transformación, que muestra la siguiente situación para el año de 1955.
— Las empresas extranjeras controlaban, entre otros renglones, el 90 por ciento de la producción de plomo, el 98 por ciento de la de cobre, el 97 por ciento de la de cinc, el 60 por ciento de la de plata y el 47 por ciento de la producción de oro. La preponderancia de las empresas norteamericanas seguía siendo manifiesta: conjuntamente las “Tres Grandes” controlaban una parte substancial de la producción de los principales renglones, y la casi totalidad de la capacidad de fundición y de refinación de cinc, plomo y cobre.
De esta manera, más de medio siglo después del inicio de la Revolución de 1910, la actividad minera mexicana se encontraba sólidamente controlada por los grandes monopolios norteamericanos, que dominaban también los mercados de productos mineros en escala mundial.
El panorama actual
La política de mexicanización de la minería arranca propiamente de la expedición de la Ley Reglamentaria del Artículo 27 Constitucional, en el año de 1961 que estableció que “sólo los mexicanos, las sociedades constituidas de acuerdo con las leyes mexicanas y que tengan la mayoría de capital suscrito por mexicanos, tienen el derecho a obtener las concesiones a que se refiere esta ley”. Para la explotación de “reservas mineras nacionales” se estableció que cuando menos el 66 por ciento del capital social estuviera representado por acciones propiedad de mexicanos, las cuales no podrían ser enajenadas a favor de extranjeros. Para las empresas organizadas en la forma indicada se otorgaron una serie de concesiones, principalmente de tipo fiscal.
En los últimos 10 años se han mexicanizado (además de algunas empresas medianas que se encontraban prácticamente quebradas), las “Tres Grandes” de la minería tradicional, así como la más importante empresa explotadora de domos azufreros, la Pan American Sulphur. Según declaraciones oficiales actualmente más del 90 por ciento de la minería está mexicanizada.
Ahora bien, cabe hacernos las siguientes preguntas: ¿Hasta qué grado las empresas se han mexicanizado realmente? ¿Quiénes son los beneficiarios de los cambios en la propiedad de las empresas? ¿Qué debilidades presenta la mexicanización como se ha llevado a cabo? ¿Qué medidas deben adoptarse para garantizar la propiedad mexicana de las empresas y que los beneficios lleguen a un mayor número de mexicanos?
Para dar respuesta satisfactoria a nuestras interrogantes y disponer de una base sólida para encontrar las fórmulas que conduzcan a mejores resultados desde el punto de vista nacional, debemos revisar algunos de los casos relevantes de mexicanización.
ASARCO.— El capital de esta empresa, al 15 de abril de 1971 estaba representado por: accionistas serie “A” (mexicanizado) 3,559,798; accionistas serie “B” (propiedad de la American Smelting and Refining Co., y algunos de sus funcionarios extranjeros) 3,920,000 haciendo un total conjunto de 7,479,798 acciones. Esto significa que todavía más del 50 por ciento de la empresa es propiedad extranjera. Esto no obstante, el Presidente ejecutivo mexicano participan, además el señor Jorge Larrea. Del lado mexicano participan, además del señor Larrea, Bruno Pagliai, personajes del Banco de Londres y México, el arquitecto Juan Cortina, del Banco de Comercio, Juan Sánchez Navarro y del llamado Grupo Monterrey, don Camilo Sada, además de otros inversionistas.
Minera Frisco.— A juzgar por los integrantes del Consejo de Administración que representan la Seria “A”, la empresa se encuentra mexicanizada en un 51 por ciento. Entre los principales accionistas figura el Banco de Comercio, que parece ser el más importante, del Banco Nacional de México, el señor Franz Mayer y el Fondo Industrial Mexicano. Llama la atención, sin embrago, que el gerente general de Minera Frisco es el señor Henry B. Hanson (que es además vicepresidente de la compañía), el mismo que fungía en esa posición antes de la mexicanización.
Minas San Luis.— El capital de esta empresa está representado por 1,103,849 acciones, correspondiente a la serie “A” 552,599 y a la serie “B” 551,250. Estas últimas son propiedad de la San Luis Mining Co. Parece ser, por este dato, que efectivamente la mayoría de acciones de la empresa está en manos de mexicanos. Sin embargo, hay dos hechos que nos hacen poner en duda que ello es así. Primero, que entre los accionistas de la serie “A” figura la señora Kathleen P. de Hanson, esposa del señor Henry Hanson, que era el gerente general de la San Luis Mining, antes de la mexicanización; segundo, que el señor Antonio Correa figura como accionista de la serie “A” y en la Minera Frisco figura como accionista de la serie “B” al lado de los antiguos propietarios de dicha empresa, además de que se le encuentra con frecuencia figurando en (sigue Pág. 69)