Los 159 mil millones de dólares han servido para:
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Las recientes resoluciones del Senado Norteamericano sobre los programas de “ayuda exterior” están provocando acaloradas discusiones sobre la política exterior de los Estados Unidos tanto en los medios políticos y de negocios norteamericanos, como en escala mundial.
Las opiniones norteamericanas sobre la “ayuda exterior” son muy variadas desde los que la consideran un medio indispensable para fortalecer la “seguridad” de los Estados Unidos y el clima favorable para las inversiones privadas en el exterior, gasta los que la califican de instrumento de intromisión norteamericana en los asuntos internos de países débiles. Evidentemente, también, el problema de la “ayuda exterior” está siendo manejado como un instrumento político asociado a la campaña presidencial que ya se inicia en nuestro vecino del norte.
En la América Latina las reacciones también son de distintos signos y matices, desde las que consideran que la suspensión de la “ayuda” significará una catástrofe para nuestros países y un factor que empeorará peligrosamente las relaciones con los Estados Unidos, reacción que encuadra muy bien en el marco de una actitud de “lloriqueo” a que se refieren algunas fuentes norteamericanas, hasta las que interpretan la decisión del Senado como un reajuste de la política de “ayuda exterior” en función de la situación por la que atraviesa Estados Unidos y de los grandes cambios que se están operando en escala mundial.
México es el país quizás, en donde las reacciones han sido al menos hasta ahora, menos notorias, tal vez porque la “ayuda” de carácter unilateral, a título gratuito, ha alcanzado proporciones bastante modestas. Sin embargo, si dentro del concepto de “ayuda” se incluyen los créditos de agencias norteamericanas y de organismos internacionales en donde los Estados Unidos son los principales aportantes, la situación cambia, ya que las cantidades involucradas sí revisten una cuantía considerable. Como el gobierno y los círculos de los negocios de los Estados Unidos incluyen dentro de la “ayuda” no solamente las que tienen propiamente ese carácter, sino muchos otros renglones, entre ellos los créditos, consideramos que tiene interés que nos ocupemos de precisar en qué consiste la llamada “ayuda exterior”, cuál es su carácter y cuáles son las finalidades que persigue el gobierno norteamericano con ese programa. De esta manera, estaremos en condiciones de apreciar el impacto que la decisión reciente del Senado puede tener en nuestros países, tanto en lo económico como en lo político.
150 mil millones de dólares al exterior
Oficialmente los Estados Unidos indican que los programas de “ayuda al exterior” durante el período de mediados de 1945 a mediados de 1971 alcanza la cifra de 149,585 millones de dólares (U.S. News and World Report, del 15 de noviembre de 1971, página 21). Dentro de esa cifra se incluyen desde el Plan Marshall que se utilizó para la reconstrucción europea al terminar la Segunda Guerra Mundial, la Alianza para el Progreso, el programa de Alimentos para la Paz, hasta la “ayuda” militar y los créditos de instituciones como el Export Import Bank.
La distribución de los fondos de “ayuda” por sus conceptos más importantes y por destino (áreas y países), nos ilustra sobre el carácter de la ayuda y sus finalidades. De acuerdo con la publicación oficial de los Estados Unidos, el “Statistical Abstract”, del año 1970, el destino de la “ayuda” fue el siguiente en el año de 1969:
| Millones de dólares | % |
Total | 136,700 | 100.0 |
Asistencia económica y técnica | 55,300 | 40.0 |
Ayuda militar | 40,000 | 30.0 |
Créditos | 40,000 | 30.0 |
Inversiones en 5 agencias internacionales | 1,700 | ( . ) |
Aunque el principal renglón individual está representado por la Asistencia Económica y Técnica (absorbió algo más de 55 mil millones de dólares, o sea el 40 por ciento del total) que puede considerarse como gastos no reembolsables, hay que considerar en esas contribuciones que una elevada proporción de esos gastos se ha realizado con criterios eminentemente políticos, como el Plan Marshall, y las sumas que los Estados Unidos han destinado a países estrechamente alineados en la “Guerra Fría”, primero, o en la “Guerra Caliente”, después; países europeos al terminar la guerra, Turquía, Grecia, Taiwan, Corea del Sur, Vietnam del Sur, Tailandia, etc.
Por otra parte, el 60 por ciento del total, casi las dos terceras partes de los gastos de “ayuda”, no tienen propiamente ese carácter, ya que se refieren a “ayuda militar”, el 30 por ciento, y a créditos de distinto tipo, otro 30 por ciento. La ayuda militar, según algunas fuentes oficiales de los Estados Unidos, han estado dirigidas a fortalecer la defensa y la seguridad del propio Estados Unidos, que en esa forma ha mantenido su hegemonía sobre muchos países y han contribuido a mantener gobiernos y burguesías partidarias del statu quo, es decir, del sistema de Iniciativa Privada supeditada a los Estados Unidos.
Los créditos otorgados por el gobierno de los Estados Unidos tampoco han tenido, en lo esencial, el carácter de ayuda y menos de un subsidio a título gratuito, sino que en una proporción bastante elevada han sido créditos atados, impregnados de finalidades políticas, de sujeción económica y de propósitos de lograr buenos negocios para los empresarios norteamericanos. Los créditos del Export Import Bank, por ejemplo, que para 1969 ascendían a alrededor de 14,500 millones de dólares, han estado sujetos a una serie de ataduras, no solamente económicas, como la obligación de comprar (caro) en los Estados Unidos, sino también políticas, como la de utilizarlos como instrumento para influir en la política económica de los gobiernos receptores. Además, son créditos reembolsables precisamente en dólares y no en monedas de los países deudores: hasta 1969 el Eximbank había recuperado, sólo del principal, 9 mil millones de dólares, lo que representó casi las dos terceras partes del total prestado.
Las mismas fuentes norteamericanas reconocen que la “ayuda exterior” ha beneficiado enormemente a los Estados Unidos. La revista U.S. News and World Report en su edición citada —revista considerada como bastante conservadora— nos proporciona los siguientes datos:
— Los agricultores norteamericanos se han beneficiado con los programas de “ayuda” exterior, porque han vendido cerca de 20 mil millones de productos agropecuarios con base en dichos programas;
— Las compañías industriales han vendido cerca de 11 mil millones de dólares de productos industriales diversos;
— Los créditos del Eximbank han permitido a las firmas norteamericanas vender al exterior 13,700 millones de dólares de diversos productos (y a buen precio, porque el beneficiario del crédito asumía la obligación de comprar en los Estados Unidos).
— La asistencia técnica otorgada por los Estados Unidos ha beneficiado a gran número de empresas de servicios técnicos, así como a Universidades e Institutos Tecnológicos de los Estados Unidos, además de a un numeroso grupo de profesionistas y técnicos que han sido enrolados en esos programas.
La distribución de la “ayuda exterior” por países receptores muestra hasta la evidencia las finalidades reales que persiguen los Estados Unidos con esos programas. Los 40,000 millones de dólares destinados a ayuda militar, hasta 1969, se han distribuido así: Europa Occidental, 16,613 millones, siendo los principales receptores los miembros de la NATO; Lejano Oriente y Pacífico, 13,617 millones, destinados principalmente a los países de la SEATO; Medio Oriente, 7,000 millones; Hemisferio Occidental, 1,184 millones, principalmente para sostener gobiernos gorilas en la América Latina; el resto se ha destinado al África y otras regiones.
La Ley que no aprobó el Senado
El carácter imperialista de la “ayuda exterior” estaba claramente presente en el proyecto de Ley que no pasó. De los 3,500 millones de dólares que solicitaba el presidente Nixon, el 60% (sesenta por ciento) correspondía a “ayuda militar” destinada a países como Vietnam, 565 millones; Cambodia, 310 millones; Corea del Sur, 254; Turquía, 100; Grecia, 80; Taiwan (Formosa) 65; Laos, 51; Tailandia, 40; y Jordania, 30 millones de dólares. ¿Puede caber duda del carácter verdadero de la “ayuda exterior”?
No se pondrán la cuerda en el cuello
Para quienes creen que la “ayuda exterior” del gobierno de los Estados Unidos será suspendida debemos decirles que eso no tiene perspectivas de suceder. La “ayuda” continuará porque el gobierno de los Estados Unidos está dominado por los grandes Grupos Financieros que tienen enormes intereses en el exterior y que utilizan a dicho gobierno como instrumento para mantener su hegemonía sobre los pueblos débiles. Habrá “ayuda militar”; habrá “asistencia técnica”; habrá créditos. Pero todo ello con el sello que hasta ahora ha tenido.
Sólo se operarán cambios cualitativos en la política exterior del gobierno de los Estados Unidos si los países se unen y luchan en defensa de sus intereses. La “ayuda”, que es humillante en la forma que se ha venido otorgando, podrá ser sustituida entonces por la colaboración, con el trato justo, con el respeto mutuo. Entonces sí se estrecharán los lazos de amistad verdadera con el gran pueblo norteamericano, hasta ahora empañada por el imperialismo.♦