Chile libera su Patrimonio: Latinoamérica sacude así viejas sumisiones

Para comprender cabalmente el impacto del control extranjero del cobre, principal riqueza chilena actualmente, veamos algunos datos relevantes: las exportaciones de cobre proporcionan alrededor del 75% de las divisas cada año; la actividad cuprífera constituye el principal renglón de los ingresos gubernamentales; las utilidades extraídas por las compañías extranjeras de 1960 a 1969 ascendieron a 704 millones de dólares (sólo en los tres últimos años salieron por ese concepto 362.2 millones de dólares); finalmente, la mayor proporción de las exportaciones consistieron de metal no refinado, hasta 1965, y todavía en 1968 (último dato disponible) las exportaciones de cobre no refinado representaban más del 40% del total.

La nacionalización del cobre sigue la ruta de la del petróleo mexicano realizada por Cárdenas y merece el apoyo moral y político de nuestra América en esta hora propicia a la batalla por dar a Latinoamérica su independencia económica.

La nacionalización del cobre sigue la ruta de la del petróleo mexicano realizada por Cárdenas y merece el apoyo moral y político de nuestra América en esta hora propicia a la batalla por dar a Latinoamérica su independencia económica.

La nacionalización del cobre, a punto de realizarse, representa el principio del fin de la dominación extranjera que por más de cuatro siglos ha sufrido el pueblo de Chile: tres siglos de coloniaje español fueron seguidos por a dominación económica inglesa y luego por la del capital norteamericano.

El Coronel North, Rey del Nitrato

Al lograr su independencia política respecto de España, Chile fue cayendo bajo el control de los capitalistas ingleses con el Coronel North a la cabeza, quienes se apoderaron de su comercio exterior y luego de la industria del salitre (que se constituyó en el renglón determinante de su economía, en la segunda mitad del siglo pasado y principios del presente), de los ferrocarriles, transporte marítimo y otras actividades importantes.

De esta manera, la gran riqueza salitrera chilena, en lugar de significar la base para el desarrollo económico independiente de ese país, al caer en manos extranjeras se convirtió en un instrumento de control económico y de influencia política de los inversionistas ingleses, para quienes la explotación de las riquezas de Chile fue un verdadero filón. Las empresas inglesas que explotaban el salitre y su comercio, obtuvieron utilidades hasta del 150%, como fue el caso de la Liverpool Nitrate Co. Ltd. Gracias a la riqueza salitrera chilena, el británico John Thomas North, mejor conocido como el “Coronel North”, se convirtió en el “Rey del Nitrato”.

Guggenheim, Morgan y Rockefeller, entran en escena

Los inversionistas norteamericanos empezaron a penetrar en Chile a finales del siglo pasado y con escasa intensidad, debido al dominio británico ejercido  sobre la economía chilena y también, por razón de que todavía sus inversiones en el exterior no alcanzaban el vigor expansivo suficiente. Hubo algunas inversiones norteamericanas en teléfonos —Chile Edison— telégrafos —Central and South American Telegraph— transporte marítimo —Grace— y en seguros —New York Life Insurance—; para 1900 el total apenas alcanzaba la suma de 5 millones de dólares, (en esa fecha las inversiones norteamericanas en México superaban los 200 millones de dólares).

La penetración norteamericana en Chile se produjo propiamente en el periodo inmediato anterior a la Primer Guerra Mundial, pues para 1914 los capitales invertidos se elevaron a 200 millones de dólares. Para esa fecha las inversiones extranjeras totales en Chile alcanzaron una cifra de alrededor de 600 millones de dólares, correspondiendo 312 millones a Gran Bretaña, 200 a Estados Unidos y 82 a Alemania.

Fue durante este periodo cuando las empresas norteamericanas lograron poner bajo su control la riqueza cuprífera de Chile (y también la de mineral de hierro) consolidándolo en los años subsecuentes. Los personajes centrales en la penetración norteamericana en la industria del cobre en Chile fueron: la familia Guggenheim que tenía grandes intereses mineros en Estados Unidos, Alaska y México, y William Braden, apoyados por la Casa Morgan y el grupo Rockefeller. De esta manera y después de algunas compras, concesiones, etc., el cobre chileno quedó casi totalmente en manos de dos grandes empresas: Anaconda Copper y Kennecott. Otra empresa, también norteamericana, la Cerro Corporation, logró alguna relevancia, pero a gran distancia de las “dos grandes”.

Bajo el dominio de Wall Street

La importancia decisiva de las grandes empresas mineras norteamericanas en la industria chilena del cobre pudo apreciarse por la proporción que controlan de la producción y de las reservas minerales del país. Los datos proporcionados por la Comisión para la América Latina (Estudio Económico de 1969) y del American Bureau of Metal Statistics, la situación es la siguiente:

En el año de 1960 la Gran Minería (empresas extranjeras) produjeron 479,178 toneladas de cobre, que representaron el 90% del total, que ascendió a 531,910 toneladas. Para 1969 la proporción de las grandes empresas descendió un poco, al 83.3% con una producción de 540 mil toneladas, sobre un total de 648 mil toneladas. El descenso fue resultado de la política gubernamental de fomentar la producción de la mediana y pequeña minería nacional. Aún así, más de cuatro quintas partes de la producción total están controladas por las grandes empresas mineras norteamericanas.

La importancia de estas compañías es todavía más decisiva si tomamos como base las reservas de mineral de cobre, que en Chile son las más grandes del mundo hoy en día, ya que se elevan a 59.3 millones de toneladas de metal. En este renglón la situación es la siguiente:

 

Millones de Toneladas  

%
Reservas totales 

59.3

100.0

Anaconda:

        Chuquicamata

        El Salvador

        Exótica

 

25.0

5.6

2.0

32.6

 

 

 

55.0

 

 

 

Kennecott:

        El Teniente

 

20.4

20.4

 

34.4

 

Cerro Corp.

        Mineral de Río Blanco

1.9

1.9

 

3.2

 

Las tres grandes empresas 

54.9

92.6

El resto

 

4.47.4

Como puede verse, las tres grandes empresas norteamericanas controlan reservas que ascienden a 55 millones de toneladas de cobre, que representa el 93% del total; las dos mayores, Anaconda y Kennecott controlan 53 millones de toneladas, que representan el 89.4% de las reservas totales del país.

Política de rescate

El control extranjero de la riqueza cuprífera de Chile convirtió al país en una nación fuertemente dependiente de los intereses de la Anaconda y de la Kennecott, dependencia que tenía su manifestación concreta en diversidad de formas: buena parte del producto quedaba en el exterior, política de explotación dictada por los intereses extranjeros, economía fluctuante, alta proporción de las exportaciones en forma de producto no refinado, gran influencia de las compañías en la vida económica nacional y también en la vida política.

Para comprender cabalmente el impacto del control extranjero del cobre, principal riqueza chilena actualmente, veamos algunos datos relevantes: las exportaciones de cobre proporcionan alrededor del 75% de las divisas cada año; la actividad cuprífera constituye el principal renglón de los ingresos gubernamentales; las utilidades extraídas por las compañías extranjeras de 1960 a 1969 ascendieron a 704 millones de dólares (sólo en los tres últimos años salieron por ese concepto 362.2 millones de dólares); finalmente, la mayor proporción de las exportaciones consistieron en metal no refinado, hasta 1965, y todavía en 1968 (último dato disponible) las exportaciones de cobre no refinado representaban más del 40% del total.

Con el objeto de cambiar esta situación y aprovechar la gran riqueza cuprífera para acelerar el desarrollo y hacerlo más equilibrado, por una parte, y para consolidar la independencia económica del país, por la otra, el pueblo chileno obligó a su gobierno a tomar medidas para rescatar la industria y ponerla al servicio nacional.

La política de rescate adoptó primero la forma de la llamada “chilenización del cobre”, durante el gobierno demócrata cristiano de Eduardo Frei (a partir de 1964) que consistió en arreglos de compra de acciones por parte del Estado, de un amplio programa de inversiones para elevar la producción a 1,200,000 toneladas para 1972, de un tratamiento fiscal y cambiario favorable a las compañías mineras, y el mantenimiento del control de parte de las empresas extranjeras tanto del manejo, de las negociaciones, cuanto de las ventas al exterior. Fue, como se ve, una etapa de tipo reformista y débil, que no podía satisfacer a las corrientes progresistas del país que de tiempo atrás luchaban por la nacionalización de las grandes empresas mineras como único camino para rescatar la riqueza y asegurar la independencia económica del país. Con el triunfo de Salvador Allende esta aspiración popular está convirtiéndose en realidad.

Solidaridad con el pueblo chileno

La nacionalización del cobre es de una importancia trascendental, no solamente para el pueblo chileno, sino para toda la América Latina, de manera semejante a la expropiación petrolera del General Cárdenas en 1938, que puede considerarse como uno de sus antecedentes más importantes. Pero con esa medida resultarán afectados fuertes intereses extranjeros que seguramente harán lo posible para bloquearla, desvirtuarla, cambiarla y si les fuera posible, anularla. Aunque podemos considerar que la nacionalización será irreversible porque cuenta con un apoyo aplastante del pueblo chileno y con una coyuntura favorable en escala mundial por el debilitamiento del imperialismo ante la creciente fortaleza de las fuerzas populares, ello no nos debe llevar a una actitud pasiva, y mucho menos indiferente, ya que está en juego la vigencia del principio de autodeterminación que es piedra angular para la vida independiente de nuestros países.

La solidaridad activa de todos los pueblos, especialmente de los de la América Latina se hace absolutamente necesaria, porque los intereses afectados son de una fuerza colosal. Tras la Anaconda hay grupos financieros tan importantes como el Rockefeller (Chase Manhattan Bank y multitud de empresas) y el First National City Bank de Nueva York, que la controlan y dirigen, y respaldando a la Kennecott se encuentran al grupo Morgan, también el First National City Bank, y una serie de grandes empresas financieras, industriales y comerciales. El problema es aún mayor, porque estos grupos cuentan con el apoyo del gobierno norteamericano dentro del cual ocupan posiciones destacadas desde donde le imprimen una orientación afín a sus intereses particulares y del imperialismo en su conjunto.

Defender a Chile en estos momentos significa defender a México y a todos los pueblos débiles del mundo que hasta ahora han estado dominados económicamente por los grandes grupos financieros imperialistas.♦

Ceceña, José Luis [1971], "Chile libera su Patrimonio: Latinoamérica sacude así viejas sumisiones", México, Revista Siempre!, 944: 22-23, 28 de julio.