La crisis, que ha sido considerada de tipo benigno por el sector oficial y los hombres de negocios de los Estados Unidos, está dejando saldos de considerable gravedad, especialmente para los estratos de la población de menores ingresos, aunque también las grandes empresas han estado resistiendo serios perjuicios, tanto en la reducción de sus ganancias que en algunos casos conspicuos se han evaporado totalmente y en otros se han convertido en pérdidas considerables, como en la forma de un visible deterioro de la imagen de las grandes empresas privadas ante la opinión pública.
25.5 millones de pobres
Desde luego el pueblo es el que está sufriendo las peores consecuencias. La pérdida del empleo, la reducción de las oportunidades de encontrar uno nuevo, y el aumento de los precios están ocasionando grandes perjuicios a las masas populares. A pesar de los síntomas de recuperación de la actividad económica las últimas cifras oficiales revelan que el desempleo ha seguido aumentando hasta superar el 5% de la población trabajadora, lo que significa que más de cuatro millones de trabajadores en condiciones de trabajar no tienen empleo. Sin ingresos seguros y con el costo de la vida en ascenso, al ritmo del 6% anual, la población trabajadora que no tiene empleo está viviendo en condiciones aflictivas.
Las consecuencias de la crisis pueden apreciarse también por las cifras que proporciona un estudio oficial reciente sobre la pobreza en los Estados Unidos (ver la revista US News and World Report, del 24 de mayo de 1971). De acuerdo con dicho estudio de la Dirección de Censos del gobierno de Estados Unidos, en 1970 aumentó el número de pobres a 25.2 millones de personas. Lo inquietante de este hecho no es solamente la magnitud del número de pobres, sino el gran aumento que registró en el solo año de 1970: Un millón 200 mil personas más que en 1969.
El genocidio en Vietnam. Las consecuencias están a la vista— Quiebra del gigante ferroviario Penn Central; ¾ Enormes pérdidas de muchas grandes empresas:
¾ Grandes y costosas huelgas en empresas gigantes como la General Motors. ¾ Movimientos sociales contra la conducta de las grandes corporaciones, intensificados por la crisis económica y social:
La gran empresa capitalista y todo el sistema capitalista irresponsable y enemigo del bienestar del pueblo se encuentran en entredicho, ahora en la propia Ciudadela de su poder, los Estados Unidos. |
Los gigantes en apuros
Los efectos de la crisis iniciada en 1969 y que se intensificó en 1970, también afectaron a muchas empresas industriales y de servicios, y al sistema de iniciativa privada en su conjunto. El impacto de la mala situación de los negocios tomó la forma no solamente de reducción de las utilidades, que en muchos casos se convirtieron en pérdidas cuantiosas, sino también en el deterioro de la imagen de la gran empresa privada ante la opinión pública.
En el mes de junio de 1970 el Penn Central, el mayor sistema ferroviario de los Estados Unidos (cerca de 7 mil millones de dólares de recursos) se declaró en quiebra, por las fuertes pérdidas que venía registrando y por falta de recursos para hacer frente a sus crecientes deudas. El Penn Central tuvo pérdidas estratosféricas en 1969, de 122 millones de dólares, frente a utilidades en 1968 de 88 millones de dólares. Además de las pérdidas, la compañía debía centenares de millones de dólares a los bancos, a proveedores y al mercado del euro-dólar (ver la revista Fortune, de agosto de 1970).
Las grandes empresas de servicio aéreo han recibido también un fuerte impacto como consecuencia principalmente de la crisis. La mayor de ellas, la United Airlines (UAL) que en 1969 había logrado utilidades de 48 millones de dólares, en 1970 registró una cuantiosa perdida de 41 millones de dólares; la Trans World Airlines (TWA) segunda en importancia en 1969 obtuvo utilidades de 20 millones de dólares, pero en 1970 registró pérdidas de 64 millones de dólares; la Pan American, tercera en el ramo, en 1969 tuvo pérdidas de 26 millones de dólares, y en 1970 empeoró todavía más su situación, ya que sus pérdidas se elevaron a 48 millones de dólares; la American Airlines, la cuarta en el transporte aéreo, después de lograr utilidades de 38 millones de dólares en 1969, para 1970 registró pérdidas de 26 millones (datos de la revista US News and World Report del 1° de marzo de 1971).
Otra de las empresas-gigante que se encuentra en serias dificultades es la Lockheed Corp., la primera contratista del gobierno norteamericano (más de 2 mil millones de dólares en órdenes de aviones y equipo militar); en 1969 registró pérdidas de 33 millones de dólares (las cifras de 1970 no las obtuvimos pero es muy probable que sean mayores) y en 1971 se ha visto en serios aprietos por la reducción de las “órdenes de defensa”. La situación se está tornando desesperada para la Lockheed porque se ha sumado otro gran problema: el de la fabricación del “aero-bus”, el SST (transporte super sónico). Como se sabe, el alto costo de este avión y su característica de ser un gran contaminador de la atmósfera han puesto en peligro la continuación de la fabricación del SST, además de los problemas que ha tenido la Rolls-Royce de Gran Bretaña (que acaba de quebrar) para cumplir el contrato del suministro de las turbinas que han de impulsar al gigantesco avión supersónico de la Lockheed. Para aliviar su situación y evitar una eventual quiebra, la Lockheed está haciendo esfuerzos desesperados para lograr ayuda del gobierno norteamericano.
Otro efecto de la crisis y que seguramente tendrá consecuencias de mayor alcance, es lo que puede considerarse como una rebelión de la opinión pública en contra de la conducta de las grandes empresas privadas. Se han ido multiplicando las protestas de asociaciones y grupos de diversa índole, y se han formado movimientos en distintas partes del país, contra lo que consideran una conducta anti-social y anti-popular, de muchas de las más grandes corporaciones de los Estados Unidos. Algunos ejemplos conspicuos pueden dar idea de la magnitud que está revistiendo este fenómeno de protesta.
La Dow Chemical, productora de napalm, y las empresas constructoras de aviones y otro tipo de equipo militar, como la McDonnell-Douglas, están siendo atacadas con creciente intensidad por su contribución al genocidio de Vietnam y otros lugares.
La Gulf Oil, gigante petrolero, está siendo objeto de fuertes censuras porque está ayudando al gobierno de Portugal a que oprima y diezme la población de Angola a cambio de amplias y generosas concesiones petroleras en esa región.
Varias grandes corporaciones, entre ellas la General Motors y la Polaroid, son objeto de intensas campañas contra su conducta en África del Sur, en donde tienen grandes negocios que les producen utilidades considerables, negocios que están contribuyendo al fortalecimiento del gobierno segregacionista y enemigo de la población negra de ese país.
Los movimientos de protesta se han intensificado también respecto de las empresas que por obtener utilidades cuantiosas están contaminando el medio ambiente (la atmósfera, los ríos y lagos, y el mar) y no hacen las inversiones necesarias para evitar dicha contaminación.
Los movimientos de protesta contra las grandes corporaciones de conducta irresponsable y anti-social están tratando de orientar al público para que boicotee a dichas empresas no adquiriendo sus productos y no invirtiendo sus ahorros, grandes o pequeños, en acciones o bonos de las empresas que contaminan el medio ambiente o que contribuyan al genocidio y a la opresión de los pueblos del mundo
Estos movimientos de protesta están abarcando ya no solamente a los grupos más politizados de la población negra y de otras razas, sino también a sociedades y agrupaciones religiosas, intelectuales, instituciones educativas, etc. Entre ellos podemos citar: Grassroots Action, Inc., National Afiliation of Concerned Business Students, Campaña Contra la Contaminación, Movimiento de Obreros Revolucionarios Polaroid, la Iglesia Episcopal y otros más (revista Newsweek, mayo 24, 1971).
Todos estos hechos muestran que la opinión pública norteamericana está cambiando de una actitud favorable a la empresa privada o de simple indiferencia a una de crítica y censura ante la conducta egoísta y anti-social de la generalidad de los negocios que sólo persiguen elevar al máximo sus utilidades. La opinión pública norteamericana se está rebelando contra el manejo de las grandes corporaciones en la forma de satrapías personales del pequeño grupo que las controla, sin consideración hacia los grandes intereses de la sociedad.
Esta nueva actitud, que se está generalizando, puede ser el punto de inflexión en el proceso de decadencia, de la gran corporación privada que hasta ahora ha dominado el escenario de la economía norteamericana y también el escenario económico de muchos países del mundo. La crisis económica está acelerando la crisis social y política del capitalismo. En mi opinión, esto tendrá grandes consecuencias (ya las está teniendo) también en el proceso de desarrollo económico-social-político de nuestros países, en un sentido favorable de mayor independencia respecto al exterior, y de mayor democratización en lo económico, social y político.♦