Empresas multinacionales norteamericanas de Europa son las que más especulan con dólares.
Las informaciones y comentarios sobre los desajustes monetarios que están teniendo lugar en el mundo occidental, y que afectan principalmente al dólar, hacen referencia reiterada al euro-dólar como uno de los factores que están jugando un papel prominente en los movimientos especulativos en el mercado de divisas. También se hace referencia frecuente a algunos hechos que parecerían incomprensibles, como el de que entre los grandes especuladores con el dólar se encuentran grandes firmas norteamericanas que operan en Europa, así como el hecho de que algunas de ellas “le están haciendo el feo” al dólar, la moneda de su país de origen, imponiendo limitaciones a su recibo en pago de servicios o deudas. Para el mejor entendimiento de lo que está pasando y de lo que puede pasar en el próximo futuro consideramos que puede ser de utilidad que hagamos algunas reflexiones acerca de esos dos elementos, ya que como hechos relativamente nuevos, no existe una información suficientemente amplia sobre su contenido y significado.
¿Qué es el euro-dólar? ¿Cómo surgió este nuevo instrumento monetario y financiero y cómo llegó en tan corto tiempo a constituirse en un elemento tan importante en las finanzas mundiales?
El euro-dólar es esencialmente un depósito de dólares, en el sistema bancario, especialmente en países europeos (de ahí su nombre), aunque existen también cantidades importantes en bancos de Canadá, Japón y otros países. Estos depósitos no son a la vista, sino a plazo, por lo que no constituyen cuentas corrientes que puedan ser ejercidas por medio de cheques.
El plazo de estos depósitos puede ser de unos días, o de tres meses y también de un tiempo algo más largo. Los depositantes pueden entregar al banco dólares de manera directa o mediante giros contra algún banco de los Estados Unidos, o también pueden depositar se propia moneda nacional para que el banco que los recibe haga la conversión a dólares y se los acredite al depositante.
De esta manera, el euro-dólar forma parte del mercado de dinero, a corto plazo, siendo Londres el centro más importante para su manejo, aunque otros centros europeos también tienen relevancia.
El nacimiento del euro-dólar obedeció a varios factores entre los que se destacan los siguientes: 1.¾ la gran afluencia de dólares al exterior, principalmente a Europa, motivada por los déficit de la Balanza de Pagos de los Estados Unidos, originados por los grandes gastos militares, el creciente turismo norteamericano en el exterior y por la fuerte expansión económica de las firmas norteamericanas; 2.¾ la disposición de las autoridades monetarias de Estados Unidos de fijar un límite máximo a las tasas de interés que los bancos podían pagar sobre los depósitos a plazo de los residentes en el propio Estados Unidos, pero dejando libertad para los depósitos provenientes del exterior; 3.¾ la relativa estabilidad del dólar, que eliminaba los riesgos de pérdidas por modificaciones en los tipos de cambio para los depósitos en dólares, y 4.¾ las diferencias en las tasas de interés entre los Estados Unidos y Europa (han sido más altas en Europa que en Estados Unidos).
Los factores señalados propiciaron una creciente tendencia de parte de instituciones y del público en general hacia la constitución de depósitos en dólares, a plazo, ya que además de la seguridad del dólar, producían rendimientos atractivos.
Las condiciones favorables de los negocios en Europa en los últimos años dieron bases para que el mercado de euro-dólares se desarrollará rápidamente. De 9 mil millones de dólares en 1964, se elevó a 25 mil millones en 1968, y para principios de 1971 se estima que alcanza una cifra de alrededor de 50 mil millones de dólares.
Los depósitos de euro-dólares son utilizados por los bancos para otorgar préstamos especialmente para capital de trabajo a los empresarios, tanto de Europa, como del propio Estados Unidos, y para operar en el mercado de cambios cu ando ello les proporciona una utilidad atractiva, como ha sido en la presente especulación con el dólar.
En el mercado del euro-dólar las sucursales en Europa de bancos norteamericanos juegan un papel de primera importancia, dada su importancia y las extensas ramificaciones que tienen. Se estima, por ejemplo que una alta proporción de los préstamos que empresas norteamericanas han obtenido del mercado del euro-dólar, en los últimos tiempos, alrededor de 15 mil millones, han sido canalizados a través de dichas sucursales. Y hace unas semanas, el Gobierno de los Estados Unidos obtuvo de las sucursales en Europa de bancos norteamericanos un crédito de 1,500 millones de dólares para aliviar la situación del dólar.
Las firmas norteamericanas no bancarias, que operan en Europa juegan también un papel muy destacado en el mercado del euro-dólar. Son a la vez, grandes depositantes en el sistema bancario y utilizan fuertes sumas en forma de créditos en dólares para la expansión de sus operaciones. Muchas de ellas —como la IBM— además de ser una enorme firma industrial, ha invertido fuertes sumas en activos a corto plazo y se ha convertido en “el banco número 27 de los Estados Unidos” (Ver Fortune de febrero de 1971).
El panorama que hemos presentado quedaría bastante incompleto si no hiciéramos referencia a otro factor que forma parte importante de la situación del dólar en Europa: el mercado de Bonos Euro-Dólares.
Los Bonos Euro-Dólar forman parte del mercado de capitales, a largo plazo, y constituyen deudas en dólares y en otras divisas, de grandes firmas norteamericanas que operan en Europa, aunque también firmas europeas han hecho emisiones de bonos denominados en dólares, en marcos, libras, etc.
La razón principal de la emisión de los Bonos Euro-Dólar ha sido la limitación que el Gobierno norteamericano ha impuesto a las empresas norteamericanas para exportar capitales desde los Estados Unidos y aún para reinvertir las utilidades que dichas firmas obtienen en el exterior, debido a las dificultades de Balanza de Pagos que dicho país ha registrado. (Por falta de espacio no podemos dar aquí los detalles de esas disposiciones, pero lo haremos en fecha próxima).
Las grandes empresas multinacionales norteamericanas que están empeñadas en ampliar sus negocios en Europa y otras regiones, han encontrado la salida en la utilización de capitales de los grandes mercados europeos, mediante la emisión de bonos en condiciones atractivas para los ahorradores. Cada vez en mayor proporción la expansión de sus operaciones en Europa se está haciendo con capitales obtenidos en los propios países, principalmente en dólares, aunque también en otras divisas, particularmente en marcos alemanes.
En 1967 las matrices de las grandes firmas norteamericanas tenían una deuda fuera de los Estados Unidos por valor de 1,800 millones de dólares, suma que para 1968 había subido a 9,300 millones. Por su parte las filiales de las firmas norteamericanas que operan en el exterior, en el lapso de 1968 a 1970 adquirieron una deuda de alrededor de 8 mil millones de dólares en los mercados de capitales del exterior, especialmente en Europa.
Todos estos factores, a los que se agregan otros de mayor o menor importancia, hacen que el problema del dólar sea bastante complejo, y dificulta el hacer predicciones más o menos acertadas sobre lo que puede suceder a corto y mediano plazo (nuestra opinión sobre lo que sucedería a más largo plazo, ya lo hemos expresado en nuestro artículo anterior).
Como puede apreciarse, existen muchos lazos de intereses comunes entre los Estados Unidos y las firmas norteamericanas, por un lado, y los gobiernos y empresarios y ahorradores europeos, por el otro. Los grandes préstamos de euro-dólares a firmas de Estados Unidos, las grandes emisiones de Bonos Euro-Dólares colocadas en Europa, la participación directa de las grandes empresas norteamericanas en los mercados europeos y de las compañías multinacionales también norteamericanas, establecen relaciones de comunidad de intereses que juegan un papel muy importante, quizás decisivo en la suerte que puede correr el dólar como la divisa más importante del Mundo Occidental. En mi opinión, ese complejo de intereses comunes favorece al dólar y puede permitirle por algún tiempo sostenerse en su posición prominente y aún sin que tenga que devaluarse, por el momento.
Perspectivas Generales
Lo que podemos esperar con relativa certeza es que continuarán los desajustes internacionales del dólar y de otras divisas, y que serán acompañados de otros desajustes y acontecimientos importantes entre los que podemos destacar los siguientes:
Continuará la inflación en los Estados Unidos y seguirá ejerciendo su influencia sobre el aumento de precios de los demás países, y de manera importante en los de Europa, especialmente si continúa el déficit de la Balanza de Pagos norteamericana como parece ser el caso, ya que en los tres primeros meses del presente año dicho déficit alcanzó la crecida suma de 5 mil millones de dólares, lo que significa que a ese ritmo, el desajuste alcanzará la fabulosa cifra de 20 mil millones de dólares.
Se multiplicarán las restricciones comerciales, que pueden ocasionar serios trastornos al comercio internacional, con perjuicio para todos.
También pueden esperarse medidas de controles de cambios y sobre el movimiento de capitales de repercusiones mundiales.
Es muy probable, también, que el desarrollo de los más importantes países capitalistas registre descensos notorios por las restricciones que se están imponiendo en la mayoría de ellos en lo que se refiere a los capitales y al comercio.
Todos estos desajustes económicos probablemente intensifiquen la lucha social en el interior de los Estados Unidos y de otros países, por el aumento de precios, el desempleo y otros factores.
Las dificultades entre los países europeos es probable que se intensifiquen, así como entre esos países y los Estados Unidos. Estas fricciones puede ser que propicien, entre otras cosas, una mayor apertura hacia los países subdesarrollados de sus esferas de influencia, y quizás también hacia los países socialistas, tanto de Europa Oriental, como hacia China.
Finalmente, consideramos que de toda probabilidad los efectos de esta situación se dejen sentir en todo el ámbito de la América Latina, México incluido, porque en el Siglo XX, ya no existen islas económicas.♦