Algo estropeado el dólar ganó una batalla más... Pero ¿ganará la guerra?

Los Estados Unidos, una vez más, descargaron sobre los europeos y otros países, el peso de los problemas en los que es protagonista principal; la “rebelión monetaria europea” puso más en claro los grandes problemas que existen dentro del capitalismo; las medidas adoptadas por los europeos son solamente de carácter paliativo; la crisis monetaria en el mundo continuará, porque es una manifestación de la crisis general que vive el capitalismo.

Se trata de una lucha por sacudirse el dominio norteamericano o al menos reducirlo, porque la dependencia les ocasiona serios problemas. Pero, la lucha se desenvuelve dentro de ciertas “reglas del juego”, que en lo esencial consisten en no debilitar al sistema capitalista.

Las últimas informaciones contenidas en los grandes diarios capitalinos del día de hoy, lunes 10 (mayo, 1971), parecen indicar que “el punto crítico del más reciente episodio en la crisis monetaria internacional ya se ha superado, aunque sin que se haya resuelto el problema fundamental y quizás, sin que se hayan siquiera establecido bases firmes para una solución a un plazo razonable.

La apreciación general que se puede hacer de los recientes acontecimientos monetarios mundiales, de las posiciones adoptadas por los protagonistas más importantes, así como de las “soluciones” a que llegaron algunos de los países más directamente involucrados, es la siguiente, que presentamos solamente como un punto de vista en la esperanza de que el lector lo encuentre de alguna utilidad para, con muchos otros de diversas fuentes, pueda juzgar de la trascendencia de los trastornos monetarios mundiales del momento.

El hecho sobresaliente es que el dólar no se devaluó frente al oro, manteniéndose la equivalencia fijada al inicio del año de 1934, de 35 dólares la onza troy. Sólo de manera indirecta, el dólar está siendo devaluado respecto a algunas divisas importantes, como el Franco Suizo, en un 7%, y al Marco Alemán, en una proporción no determinada aún, porque se dejará a las fuerzas del mercado (aunque no de manera libre sino “manipulada”) que lleve al Marco al nivel conveniente en se equivalencia con el dólar.

Aunque no se puede habla de manera categórica de una “victoria” norteamericana completa, ya que el dólar ha salido bastante estropeado en este último episodio, tiene que reconocerse que los intereses norteamericanos lograron mantenerse en lo esencial. De nueva cuenta el gobierno norteamericano logró mantener condiciones más o menos propicias para continuar con su política de grandes gastos militares en el exterior y de expansión económica en el mundo y muy especialmente en Europa que es hoy día su principal mercado para la colocación de capitales. Y todo ello gracias a que el Mundo Occidental y en especial los más importantes países industrializados de Europa, así como Japón, seguirán absorbiendo la fuerte corriente de dólares y manteniéndolos en sus reservas, sin reclamar su conversión en oro norteamericano. Esto equivale a decir que estos países seguirán financiando la Guerra de Vietnam y otras aventuras imperialistas yanquis, y también seguirán dando crédito a los Estados Unidos para que establezca más y más empresas y compre negocios ya establecido en el mundo, incluidos los propios grandes países industrializados.

¿Qué razones explican el hecho de que el Gobierno Norteamericano haya podido ya por tanto tiempo mantener la “estabilidad” del dólar a pesar de los enormes déficit de su Balanza de Pagos, que sólo en 1970 alcanzó la cifra de 10,400 millones de dólares o sea una suma semejante al valor de todo el oro de sus Reservas? ¿Por qué los grandes países han llegado a acumular dólares en tan grandes cantidades y lo siguen haciendo, en lugar de reclamar al Tesoro Norteamericano su pago en oro? Sólo Alemania podría, con los dólares que posee, agotar la reserva oro de Estados Unidos, hasta la última onza.

La respuesta a estas interrogantes van más allá de los límites puramente monetarios, ya que contiene fuertes ingredientes económico-políticos y hasta de carácter militar. A mi juicio los elementos esenciales de la respuesta son los siguientes: 1.- la desproporcionada fuerza económica y militar de los Estados Unidos, 2.- La existencia de intereses comunes entre los grandes países capitalistas, y 3.- Los conflictos de intereses han combinado sus efectos y pueden considerarse como la explicación esencial de los resultados que hasta ahora han tenido los distintos episodios de la crisis monetaria internacional.

Hegemonía norteamericana

El enorme peso económico y militar de los Estados Unidos en el mundo le ha permitido ejercer una influencia determinante en la economía y política mundiales y en los asuntos internos de los países del mundo occidental, incluidos los más desarrollados de Europa y Japón. En la mayoría de estos países las empresas norteamericanas tienen grandes intereses, no pocos de ellos tienen deudas importantes con los Estados Unidos, y en muchos de ellos existen bases militares norteamericanas y centenares de millares de soldados de manera permanente (con la excepción notoria de Francia), así como ataduras mediante tratados y convenios, como el de la NATO [OTAN], que permiten a los Estados Unidos disfrutar de una posición hegemónica. Esto quiere decir, que voluntariamente o “a fortiori”, la mayoría de los países colabora con los Estados Unidos en su política general, incluida la monetaria. Sin esa posición hegemónica los Estados Unidos no habrían podido estar en condiciones de sostener la “estabilidad” del dólar a pesar de los cuantiosos déficit de sus cuentas internacionales; cualquier otro país del mundo occidental no estaría en condiciones e hacer lo mismo con su divisa.

Todos en el mismo barco

Los intereses comunes que existen entre los grandes países capitalistas, en estrecha asociación con el factor anterior, han jugado un papel muy importante en el curso de los acontecimientos. Se podría decir que “todos están en el mismo barco, y nadie se atrevería a hacerlo naufragar”. (Todos se refiere a los grandes países capitalistas).

Contrariamente a lo que en general se piensa, los grandes países capitalistas europeos y Japón no tienen interés especial en que el dólar se devalúe, ni en que los Estados Unidos adoptaran una política rigurosa de reducción de sus gastos en el exterior para equilibrar su Balanza de Pagos y mantener la equivalencia de 35 dólares la onza de oro. Hay razones de intereses comunes con los Estados Unidos que determinan esa actitud.

Si los Estados Unidos restringieran drásticamente sus gastos en el exterior muchos de los países importantes resultarían afectados. Menores compras norteamericanas de mercancías en el exterior y menores gastos turísticos significarían reducciones importantes en los ingresos de esos países. Japón, por ejemplo, realiza el 29% de su comercio exterior con los Estados Unidos, y las cifras son también de gran cuantía para Francia, Gran Bretaña, Alemania, etc. El desmantelamiento de las bases militares y la desocupación de las fuerzas militares estacionadas en Europa y otros países, tendría efectos similares.

Ahora, en el caso de que los Estados Unidos devaluaran el dólar también se producirían efectos de gran magnitud para los demás países y en particular para los más desarrollados. La devaluación daría una ventaja competitiva a los Estados Unidos en el comercio mundial, porque los productos norteamericanos se abaratarían lo que ocasionaría serios trastornos a las exportaciones de Alemania, Japón, Francia, Gran Bretaña, etc. Además, por efectos de la devaluación los Estados Unidos tenderían a comprar menos en el exterior, porque los productos extranjeros subirían de precio en términos del dólar devaluado. Esto restringiría las ventas de los demás países en los Estados Unidos, que como se sabe, es el mercado más grande del mundo. Por otra parte, la devaluación del dólar disminuiría el valor en oro de los dólares que poseen.

Un elemento no menos importante consiste en que los grandes países capitalistas coinciden en el objetivo de mantener el sistema capitalista y por lo tanto, se cuidan de llevar a cabo acciones que tiendan a provocar trastornos serios dentro de su campo, que los debilitaría y en el caso de los Estados Unidos no hay que olvidar que es el país más fuerte y la ciudadela del capitalismo.

Conflictos de familia, dentro de una crisis general

De acuerdo con estos razonamientos parece no existir, como en algunas informaciones se sugiere, un conflicto fundamental, irresoluble y de fondo, entre los grandes países capitalistas europeos y el Japón, por una parte, y los Estados Unidos. Es evidente que sí existen conflictos y fricciones (y la actual crisis monetaria lo atestigua) entre los países que van alcanzando mayor estatura económica y los Estados Unidos. Se trata de una lucha por sacudirse el dominio norteamericano o al menos reducirlo, porque la dependencia les ocasiona serios problemas. Pero, la lucha se desenvuelve dentro de ciertas “reglas del juego”, que en lo esencial consisten en no debilitar al sistema capitalista. Los conflictos se intensifican por la crisis general en que vive el capitalismo y en mayor o menor grado, los afecta a todos.

El Gobierno Norteamericano está plenamente consciente de los distintos factores en juego y por ello en la presente crisis del dólar adoptó una posición que se ha juzgado hasta arrogante. Sabe bien la fuerza que tiene, los intereses comunes que existen entre los principales países capitalistas y que todo ello le favorece, por lo que, al menos por el momento, no hay motivo serio de preocupación. Por otra parte, la situación interna de los Estados Unidos no es una “perita en dulce” y exige de las autoridades la adopción de una política de fomento de la actividad económica interna para dar ocupación a los millones de desempleados. De ahí que la posición norteamericana sea la de dar preferencia ahora a la política interna contra la crisis; el problema del dólar en el exterior pueden manipularlo sin cambios drásticos.

Paliativos y más paliativos

En las resoluciones adoptadas por las autoridades del Mercado Común Europeo y por otros países importantes de Europa (hasta ahora) no constituyen soluciones al problema monetario, sino sólo paliativos, para irla pasando y eliminar las manifestaciones más serias de dicha crisis. Son reflejo del marco de referencias que hemos esbozado dentro del cual puede desenvolverse la política de los países europeos.

Por lo tanto, no podemos esperar sino un respiro en el problema monetario mundial. Los trastornos seguirán, de toda probabilidad y darán lugar a ciertos ajustes, más paliativos, hasta que la crisis general del capitalismo llegue a un punto en que se operen cambios fundamentales en la estructura económica y política, no solamente de los países europeos y Japón, sino del propio Estados Unidos. En qué forma se producirán esos cambios y cuándo, nadie puede precisarlo, pero los signos son cada vez más claros de que el plazo no será muy largo.♦

Ceceña, José Luis [1971], "Algo estropeado el dólar ganó una batalla más... Pero ¿ganará la guerra?", México, Revista Siempre!, 934: 12-13, 19 de mayo.