El camino mexicano: Mantener el peso a 12.50 y seguir al dólar en su devaluación

Prueba de la preocupación que está dando la debilidad del dólar es la declaración del Srio. de Hacienda, Hugo B. Margain, de que México está dando medidas adecuadas.

La enorme importancia económica que tienen los Estados Unidos en el mundo da base para que ahora que de nuevo el dólar se encuentra en dificultades, en todas las latitudes se planteen algunas interrogantes sobre el inmediato futuro de esa divisa y en relación a las repercusiones que tendría su eventual devaluación. Prueba de las preocupaciones a que está dando origen la debilidad del dólar, es la declaración del señor secretario de Hacienda licenciado Hugo Margáin de que México está tomando las medidas pertinentes para protegerse es caso de que el dólar norteamericano llegara a devaluarse.

Los problemas monetarios, más quizás que otros, generalmente están rodeados de cierto misterio, de un velo que los no familiarizados en los asuntos relativos al dinero se encuentra en dificultades de descorrer, debido en medida muy importante a los diversos enfoques con que los “expertos” abordan las cuestiones monetarias y las distintas concepciones que existen sobre la esencia del dinero, y su papel en la economía y en la sociedad.

De esta manera, hay ideas muy generalizadas en el sentido de que lo mejor para un país es que su moneda tenga la más alta cotización respecto al oro y a las divisas de los demás países. En este sentido, la Gran Bretaña estaría en posición privilegiada en todo el mundo occidental por el hecho de que la libra esterlina tiene una cotización superior a las demás monedas, incluyendo en ellas al dólar; Guatemala estaría a la altura de los Estados Unidos porque el Quetzal tiene una relación de uno a uno con el dólar, y en ese sentido estaría por encima de México porque la cotización del peso a menor; como sabemos, de 12.50 por un dólar y por un quetzal.  De acuerdo con esta idea, una devaluación es inaceptable siempre, no precisamente por las consecuencias económicas y sociedad que puede tener, sino porque considerar que significa algo así como una pérdida de prestigio nacional frente a los demás países.

Otra idea muy extendida consiste en considerar a los asuntos monetarios y en general los económicos, como totalmente separados y distintos a los de tipo político.

Las dos ideas anteriores, esencialmente erróneas, impiden ver con claridad las causas de la crisis monetaria actual y también dificultan la justa apreciación de la política que debe adoptarse para encontrarles solución. En nuestro artículo de hace dos semanas tratamos de dar nuestra apreciación sobre las causas de la crisis monetaria mundial, especialmente referida al dólar, poniendo énfasis en la política de dominación mundial de parte del gobierno y grandes monopolios norteamericano. Quedó así establecido, creemos, la íntima interrelación entre la economía y la política. Hoy abundaremos sobre el particular y trataremos además de dar nuestra opinión sobre la otra idea, es decir, la que considera que la más alta cotización de la moneda de un país, en términos de las demás es lo mejor para ese país.

¿Si el dólar se devaluara?

Aunque los Estados Unidos tienen todavía recursos importantes (económicos y políticos) para seguir sosteniendo la actual cotización de 35 dólares la onza, cada vez su problema es mayor y es probable que en un plazo más o menos corto se decida a devaluar su divisa, lo que vale decir, que aumentaría el precio oficial del oro. Bajo esta hipótesis, tiene un gran interés poder anticipar las consecuencias que ese importante hecho tendrá en el ámbito mundial y en lo que atañe a México.

En el evento de que el dólar se devalúa respecto al oro, digamos a la mitad de su actual equivalencia (una onza se cotizaría a 70 dólares) podemos esperar que los demás países occidentales tratarán de hacer lo mismo, por las siguientes razones:

A devaluarse el dólar las mercancías norteamericanas tenderían expansionarse En el mercado mundial porque resultarías más baratas que las de los otros países, si es que éstos continuaran con la actual equivalencia respecto al oro, porque con el equivalente de una onza de oro podrían adquirir ahora el doble de mercancías norteamericanas. Esto crearía un serio problema a dichos países no solamente porque no podrían competir en el comercio mundial, sino porque su propio mercado interno sería invadido por una mayor cantidad de productos norteamericanos.

Por otra parte, las compras de los Estados Unidos en el exterior tenderían a reducirse por el mayor precio en dólares de las mercaderías no-norteamericanas (los norteamericanos tendrían que pagar el doble en dólares que lo que pagan con la actual cotización). Esto afectaría a los demás países porque sus ventas al mercado norteamericano, el mayor del mundo, tenderían a reducirse.

Lo que pasaría con la compraventa de mercancías sucedería también con los servicios como el turismo, fletes, etc. Así el turismo norteamericano en el exterior, que ahora alcanza varios miles de millones de dólares, tendería a reducirse por los altos precios relativos en el exterior; por el contrario, el turismo de los demás países hacia los estados Unidos tendría a aumentar. Esto causaría fuerte desajustes a muchos países que ahora están recibiendo grandes ingresos por el turismo norteamericano —Europa, Japón y México, entre otros—.

Los efectos en los movimientos de capital ofrecerían un panorama más complejo por la existencia del mercado llamado Eurodólar, tanto de dinero como de capitales, de deudas cruzadas a largo, mediano y corto plazo, e inversiones directas en ambos sentidos. Dentro de ese complejo, podría esperarse que la devaluación del dólar tendería a reducir las inversiones norteamericanas directas en el exterior, por la menor capacidad de comprar del dólar, en tanto que favorecería el crecimiento de las inversiones directas de otros países en los Estados Unidos. De paso debemos decir que la devaluación de la moneda de los Estados Unidos impondría serías pérdidas a los tenedores actuales de dólares, que recibirían una cantidad menor de oro por dichos dólares; los Bancos Centrales de la mayoría de los países del mundo occidental se encontrarían entre las víctimas más importantes.

La devaluación del dólar tendría como efecto también incrementar el costo en dólar de los gastos militares en el exterior, lo que quizás podría ser un factor que llevara a los Estados unidos a limitar dichos gastos, aunque no es del todo seguro que lo hiciera así pues otros factores tienen mayor relevancia como determinantes de los gastos militares.

Las posibles repercusiones que tendría la devaluación del dólar en el comercio, los servicios, y en los movimientos de capitales, según se desprende del análisis muy esquemático que hemos presentado, conduciría a los demás países a seguir al dólar en el proceso devaluatorio, como medida de protección frente a los efectos desfavorables, aunque ello significara no aprovechar algunas ventajas, que la devaluación del dólar les proporcionara. En el balance de pros y contras considero que pesarían más los pros en favor del acompañar a la moneda norteamericana en su devaluación frente al oro.

Es interesante, me parece, llamar la atención sobre los efectos contrapuestos que tendría la devaluación del dólar porque entre otras cosas, nos ayuda a comprender mejor el hecho de que el dólar no se haya devaluado hasta ahora a pesar de los fuertes y persistente desajustes de la Balanza de Pagos norteamericana y a pesar también de que el mantenimiento de la cotización artificial de 35 dólares la onza de oro ha permitido a os Estados Unidos y a sus monopolios expansionarse de manera casi explosiva en el mundo. Como puede verse, hay motivos importantes por los cuales los demás países, especialmente los del “Club de los países ricos” han estado “colaborando” con los Estados Unidos para sostener la actual cotización del dólar, ya que de esa manera mantienen un status quo que les favorece a todos ellos, a condición de que la situación no rebase los límites tolerables. La devaluación del dólar rompería con la situación actual, crearía muchos nuevos problemas, entre los cuales tienen gran relevancia los beneficios que la Unión soviética, gran productor de oro, podría derivar de un aumento en el precio mundial de ese metal.

En la crisis monetaria mundial y en los esfuerzos por darle “solución” concurren, por lo tanto, factores de tipo económico y también político, de lucha por la posición de fuerza de los grandes países y especialmente de los Estados Unidos dentro del mundo occidental y frente al bloque socialista.

¿Dólares a 6.25 pesos?

La posible devaluación del dólar está haciendo pensar a muchos mexicanos de buena fe en la conveniencia de aprovechar la oportunidad para mejorar la posición del peso frente al dólar. Si el dólar cayera a la mitad de su cotización actual en términos de oro, se cree que deberíamos establecer una cotización ya no de 12.50 por un dólar, sino de 6.25.

La exposición anterior, aplicada al caso de México, podría servir de base para considerar que el problema no es tan fácil; más aún, para llegar a la conclusión de que México no tendría otro camino que seguir al dólar en su proceso devaluatorio. Si se quisiera aprovechar la oportunidad para mejorar la cotización de nuestra moneda frente al dólar, las consecuencias serían más negativas que favorables dadas las condiciones en que nos encontramos. Esto sería aún más cierto en el caso de que los demás países, sobre todo los fuertes, decidieran devaluar también sus monedas para ajustarse a la nueva equivalencia del dólar con el oro.

No se requiere mucho esfuerzo para comprender lo que sucedería en tal situación. Las exportaciones de México encontrarían mayores dificultades para colocarse, porque serían más caras, y por la otra parte, se produciría una enorme presión para aumentar nuestras compras en el el exterior. De esta manera el enorme desequilibrio de nuestro comercio exterior se ampliaría con todas sus consecuencias. Movimientos semejantes se producirían en el turismo y en las transacciones fronterizas, agregando sus efectos a los cambios desfavorables en el momento de mercancías.

Es cierto que el servicio de la Deuda Exterior, esencialmente consistente en dólares, se vería aligerado porque pagaríamos en dólares devaluados, pero también es cierto que no dispondríamos de recursos para cubrirlo por el mayor déficit que arrojaría nuestro comercio exterior.

En las condiciones actuales, por lo tanto, no quedará otro remedio que seguir al dólar en su devaluación, en caso de que se produzca o lo que es lo mismo mantener la cotización de 12.50. Desagradable, pero esa es la realidad. Es esta realidad la que debemos cambiar.¨

Ceceña, José Luis [1971], "El camino mexicano: Mantener el peso a 12.50 y seguir al dólar en su devaluación", México, Revista Siempre!, 930: 20-21, 21 de abril.