3 millones de indígenas, un reto a la revolución
La población indígena del país, que sobrepasa los 3 millones, constituye uno de los sectores más pobres de la población mexicana. Despojados de sus tierras por los conquistadores españoles y los que les siguieron; y explotados por terratenientes, comerciantes y agiotistas, con la complicidad de autoridades venales, han tenido que llevar una vida de extrema pobreza, formando comunidades marginadas por un ambiente esencialmente hostil desde el punto de vista económico y cultural.
El grado en que las comunidades indígenas se encuentran marginadas puede apreciarse con claridad por el hecho de que más de una tercera parte de su población, es decir, en exceso de un millón cien mil personas, no hablan español sino solamente su idioma nativo. En esta condición se encuentran 300 mil mexicas, más de 100 mil mixtecos, 81 mil mayas, 78 mil zapotecos, 73 mil mazatecos, 64 mil totonacas, 58 mil otomies, 57 mil tzotziles, 55 mil tzeltales, y grupos menos numerosos de indígenas de otras razas. Cerca de medio milenio de explotación, hostilidad y abandono, los ha aislado prácticamente de la vida nacional.
Rayos de esperanza
Así como en la Colonia misma existieron personajes que dedicaron su vida a la reivindicación de los indígenas, ahora también existen mexicanos ejemplares que consagran lo mejor de sus energías y talentos a la patriótica tarea de extender su mano amiga a estos grupos marginados para que superen sus condiciones de atraso y se incorporen definitivamente al progreso nacional.
Con serias limitaciones de recursos, pero con un gran entusiasmo y responsabilidad, equipos de agrónomos, veterinarios zootecnistas, antropólogos, economistas, médicos, enfermeras, educadores, sociólogos y técnicos y especialistas de otros ramos, subiendo montañas, y bajando barrancas, en estrecha convivencia con las comunidades indígenas, están colaborando con dichas comunidades para que amplíen sus recursos, los utilicen mejor, adopten formas mejores de organización para la producción y venta de sus productos, y para que disfruten plenamente de los beneficios de su esfuerzo.
En la tarea de reivindicación de las comunidades indígenas cooperan una serie de organismos gubernamentales. Al esfuerzo del Instituto Nacional Indigenista y de la Dirección de Desarrollo de la Comunidad, se suman en mayor o menor grado, el Fondo de Fomento Ejidal, el Banco Ejidal, el Banco Agrícola, el Banco Agropecuario, la Comisión Federal de Electricidad, la CONASUPO, la Secretaría de Recursos Hidráulicos, el Instituto Mexicano del Café, Beneficios Mexicanos del Café, y otros.
“Misión de Chichimecas”, un ejemplo
En las cercanías de San Luis de la Paz, en el Estado de Guanajuato, habita un grupo de unas 200 familias, alrededor de 1,000 personas, último vestigio de la aguerrida raza Chichimeca que poblaba parte del territorio de nuestro país a la llegada de los españoles. La hostilidad y la explotación de que fueron objeto por más de 4 siglos, los convirtió en un enclave demográfico de los más pobres del país, subalimentados, azotados por las enfermedades, alojados en cuevas o en el mejor de los casos en jacales miserables, y con precarios medios de subsistencia.
Fue hasta fecha muy reciente, con la corriente reivindicadora de la Revolución Mexicana, cuando la población Chichimeca ha iniciado su liberación económica, con la colaboración de diversos organismos gubernamentales, especialmente del Instituto Nacional Indigenista que promueve y coordina una serie de actividades de positivo beneficio para ese grupo indígena.
Sin recurrir a dádivas, que además de humillantes no resuelven ningún problema, sino con esfuerzos de promoción económica y social, en colaboración estrecha con los propios indígenas, en breves años se están logrando resultados alentadores al sentarse bases firmes para el desarrollo económico y cultural de este núcleo indígena.
Hace apenas algo de más de tres años que ante la miseria que los aquejaba, por decisión mayoritaria los Chichimecas solicitaron la colaboración del Instituto Nacional Indigenista para que los ayudara a rescatar el uso de sus tierras y los encauzara en la explotación más eficiente y productiva de las mismas. La acción del Instituto Nacional Indigenista, apoyada eficientemente por una serie de otros organismos gubernamentales, y con el esfuerzo decidido de los propios indígenas, ha logrado ya resultados bastante halagadores. Algunos de los logros alcanzados hasta ahora y los programas en marcha son los siguientes:
Tierras.- la primera tarea a realizar consistía en recuperar el uso de las tierras que poseían los indígenas, tierras que habían sido dotadas por el general Plutarco Elías Calles, 1,275 hectáreas, y por el general Lázaro Cárdenas, 2,412 hectáreas. Las mejores tierras del ejido de los Chichimecas estaban siendo usufructuadas por un particular que había logrado tomarlas en “arrendamiento” en condiciones onerosas para los indígenas y que se obstinaba en continuar explotándolas por tiempo indefinido. Después de más de dos años de engorrosos y molestos litigios ¡al fin¡ los Chichimecas lograron liberar sus tierras y explotarlas para su propio beneficio.
Fomento económico.- la promoción del desarrollo económico se organizó mediante un plan que comprendió diversos aspectos que abarcan actividades agrícolas, pecuarias y de pequeña industria. Los más importantes son los siguientes:
Ampliación de las tierras de riego, con la instalación de dos plantas de energía eléctrica, por la Comisión Federal de Electricidad y con una obra de pequeña irrigación a cargo de la Secretaría de Recursos Hidráulicos. El plan contempla elevar a 600 hectáreas la superficie de riego, de 100 hectáreas con que contaba el ejido.
Utilización de créditos refaccionarios y de avío para elevar la productividad y la producción agrícola. El Banco Nacional Agrícola ha otorgado hasta ahora varios créditos por una cantidad que excede los 4 millones de pesos, tanto de tipo refaccionario como habilitación y avío. Con el refaccionario se han adquirido equipos de bombeo y un tractor con el equipo necesario. El de habilitación y avío se ha utilizado para cultivos de chile, alpiste, jitomate, trigo, papa, y árboles frutales (durazno).
Porcicultura: los 36 cerdos de que disponían los indígenas, todos corrientes y en su mayoría enfermos, han sido aumentados con una dotación a crédito, de 149 animales de buenas razas, como Duroc-Jersey, Landrace y York-Shire.
Avicultura: con una aportación del INI de 3,391 aves de la raza Rhode-Island, en bases de crédito que pagarán los indígenas en un plazo razonable, con los propios productos que obtengan de su explotación, se inició un programa avícola que está ya teniendo buenos resultados.
Ganado mayor: se inició ya un plan consistente en la cría y explotación de ganado ovino, con la introducción de 20 hembras de raza Border Leicester-Merino, un semental de registro de la raza Hamp-Shire y otro de la raza Suffolk. En el proceso de iniciación se encuentra otro plan de producción lechera, que consistirá en la etapa inicial en la introducción de 120 vacas de gran rendimiento, lo que estará respaldado con créditos del Banco Nacional Agrícola.
Otros planes: a los programas anteriores se agregan otros de importancia similar, y ya en marcha, tales como La cría de conejos, la instalación de apiarios, producción de forrajes verdes y balanceados, la instalación de un molino de nixtamal (costó 12 mil pesos), una peluquería, producción de leche para alimentar a los niños, instalación de un costurero y el establecimiento de una tienda CONASUPO-INI y algunos otros.
Para resolver el problema de la habitación se tiene un ambicioso plan que consiste en la formación de un nuevo poblado, con casas habitación baratas pero sanas y cómodas, y que dispondrá de un Centro de Salud, una escuela, un mercado, y oficinas para el Comisariado Ejidal y para el Instituto Nacional Indigenista. En este programa están colaborando la Secretaría de Salubridad, el Instituto Nacional de la Vivienda, el gobierno del Estado y la Comisión Federal de Electricidad. Esta última ya tendió las líneas que dotarán de energía y luz al nuevo poblado de Misión de Chichimecas.
En todas las obras y mejoras realizadas y las que se encuentran en marcha los indígenas han sido el factor básico. Tanto el INI, como los bancos oficiales y las distintas dependencias que han participado lo han hecho en un plan de colaboración, que tal es su responsabilidad, pero sin paternalismos y sin suplantar al indígena. Y éstos han respondido con creces al esfuerzo. Han pagado con puntualidad los créditos, han trabajado con intensidad, y han mostrado un gran interés en aprovechar el apoyo técnico que se les ha impartido. Y todo ello porque se han dado cuenta de que la colaboración que se les otorga no tiene intereses bastardos, de explotación, sino como parte de la mejor corriente de la Revolución Mexicana que se ha impuesto la tarea de dedicar su mejor esfuerzo al engrandecimiento del país en su conjunto y no al lucro personal.
Lo que está sucediendo en Misión de Chichimecas, por fortuna, no es una excepción; sólo un ejemplo, que se repite en Catmis, Yucatán, en Tlaxiaco y Huautla, Oaxaca, en la zona Cora Huichol, en la Tarahumara, en la Tarasca, y en las regiones en donde habitan grupos indígenas que en mayor o menor grado están recibiendo la colaboración de mexicanos responsables y patriotas en una lucha conjunta para elevar los niveles de vida de esos grupos que la explotación secular y el abandono han impedido su desarrollo económico y cultural. Ojalá que los mexicanos todos nos empeñáramos en una cruzada de superación nacional, de elevación de los niveles de vida de las grandes masas populares, (indígenas, mestizos y blancos, que no es un problema esencialmente de razas), y que en dicho empeño pusiéramos al menos el interés y energía que ponemos en otros objetivos menos trascendentales aunque sean más espectaculares.♦