En su discurso inaugural, don Adolfo reencauzó la política gubernamental por la ruta revolucionaria: defensa del patrimonio nacional; lucha contra los monopolios, especialmente contra los intermediarios que encarecían la vida; saneamiento del crédito público y movilización de los recursos nacionales. Impulso a la agricultura que se había rezagado respecto a la industria y fomento del desarrollo general; protección a las clases trabajadoras del campo y la ciudad. Ampliación de la intervención estatal en la economía; honestidad y eficacia administrativa. | Los grupos oligárquicos que habían logrado convertirse en el factor determinante en la vida del país, opusieron su enorme poder para impedir que la nueva política surtiera sus efectos: restringieron sus inversiones; censuraron la política de reducción de los créditos exteriores; acusaron al gobierno de falta de dinamismo y lo hicieron responsable de frenar el ritmo del desarrollo; provocaron la devaluación del peso, con operaciones de especulación cambiaria y con fuertes envíos de capitales al exterior. |
El gobierno no resistió la oposición oligárquica y a partir de la devaluación de 1954 fue modificando su política para favorecer más y más al sector privado. Las fuerzas populares debilitadas al extremo por doce años de contrarrevolulción, no fueron capaces de ejercer la presión necesaria para contrarrestar el poder de la oligarquía. El capitalismo de estado creció pero siguió orientándose en favor del gran capital, aunque en menor medida que durante el régimen del Lic. Alemán. Las utilidades descendieron en el ingreso nacional, mejorando en cierto grado la proporción de los salarios y de los ingresos de los campesinos.
La política del gobierno del. Lic. Alemán en favor de la gran iniciativa privada provocó serios desajustes económicos y sobre todo de tipo político al grado de que al llegar a término su sexenio el país vivía condiciones de visible intranquilidad y tensión. Se imponía un cambio de rumbo en favor de los intereses populares y poner orden en el manejo de la administración pública porque de no hacerlo podrían haberse agudizado los desajustes sociales y políticos.
Esta situación; explica que el nuevo presidente, don Adolfo Ruiz Cortines, en su discurso inaugural planteará al país una nueva política más acorde con los intereses nacionales en general y con los de los sectores populares del país. Los aspectos sobresalientes de la nueva política fueron los siguientes:
Lucha contra los monopolios, especialmente contra los intermediarios que provocaban escaseces artificiales y elevaban exageradamente los precios de los artículos de primera necesidad.
Impulso vigoroso a la agricultura que se había rezagado notoriamente respecto a la industria, como medio para superar el fuerte desequilibrio del desarrollo económico general y mejorar las condiciones de vida de las familias campesinas.
Saneamiento del crédito público, reduciendo la deuda gubernamental que había alcanzado grandes proporciones en el régimen anterior; utilización prudente del financiamiento externo.
Defensa de los ingresos de los sectores populares mediante una decidida acción contra la inflación y por medio de una política de salarios más justa y de precios remunerativos para los verdaderos productores del campo.
Defensa del patrimonio nacional.
Ampliación de la intervención estatal en la economía en consonancia con las necesidades nacionales, y manejo honesto y eficiente del sector público.
La aplicación de la nueva política produjo .resultados importantes durante el primer año del gobierno de don Adolfo. Se frenó el aumento de los precios; se redujo sustancialmente la deuda interior; se contrajo el uso de créditos exteriores; y lo más importante, se mejoró la situación política del país, reduciéndose las tensiones heredadas del régimen anterior.
El Gran Capital contraataca
Los cambios efectuados por el gobierno de don Adolfo Ruiz Cortines provocaron una fuerte oposición del sector privado, y de importantes ex funcionarios públicos convertidos en importantes inversionistas, porque lesionaba sus intereses. Su oposición se manifestó en formas diversas, desde campañas contra la nueva política que conducía, según ellos, a frenar el desarrollo del país, hasta la reducción de sus inversiones, el envió de sus capitales al exterior y la especulación con divisas tendientes a comprometer la estabilidad cambiaria del país.
La oposición de los intereses oligárquicos tuvo como resultado la devaluación del peso en 1954 (el sabadazo) que redujo la capacidad de compra de la moneda nacional en un 44.5% respecto al dólar.
La devaluación significó un duro golpe a los intereses populares y nacionales en general. Por una parte, determinó un fuerte aumento de la carga del pago de la deuda y créditos exteriores, por amortizaciones e intereses, y encareció notoriamente las importaciones de maquinaria, equipo y materias primas que requería la continuación del desarrollo del país. Por la otra, constituyó un factor inflacionario que al intensificar el aumento de los precios en general redujo la capacidad de compra de los sectores populares. En este sentido se puede decir que la devaluación constituyó un verdadero atraco en contra del pueblo.
Para la oligarquía, en cambio, la devaluación significó un sonado triunfo, porque además de permitirles mayores utilidades por la elevación de precios, les sirvió para demostrarle al gobierno que en ella residía el verdadero poder y para obligarlo a modificar su política.
Fue así como la devaluación determinó un importante viraje en la administración ruizcortinista, que se inclinó cada vez más hacia los intereses de la oligarquía, aunque sin alcanzar el grado que caracterizó al régimen anterior.
La política favorable al sector privado comprendió una serie de expedientes, entre los cuales destacan los siguientes: exenciones de impuestos para las empresas que reinvirtieran sus utilidades; protección arancelaria y restricciones a la importación; créditos gubernamentales a través de Nacional Financiera y de los fondos que se crearon durante esta Administración; transportes, energía y combustibles baratos suministrados por empresas y organismos estatales; y fuertes inversiones en infraestructura que a la vez que aumentaron la demanda en general, crearon mejores condiciones para la operación lucrativa de las empresas privadas; disposiciones legales como la que en materia de petróleo abrió la puerta para que la inversión privada operara en la industria de derivados del petróleo.
El Capitalismo del Estado se amplía
Durante el sexenio ruizcortinista el estado continuó la tendencia de mayor intervención en la vida económica, tanto a través de disposiciones legales y acción administrativa como mediante mayores inversiones públicas y la creación de nuevas empresas de participación estatal. Entre estas últimas podemos destacar las siguientes:
Creación de fondos destinados al financiamiento de algunas actividades, económicas, tales como el Fondo de Garantía y Fomento de la Pequeña y Mediana Industria, el Fondo de Garantía y Fomento para la Agricultura, Ganadería y Avicultura, y el Fondo de Garantía y Fomento del Turismo. Los financiamientos otorgados por estos fondos no fueron de carácter directo a los empresarios, sino a través de los bancos y financieras privadas, lo que aumentó las operaciones de estas instituciones y desde luego las ganancias de los grandes capitalistas que las controlan.
— Banco Nacional del Transporte.
— Instituto Nacional de la Vivienda.
— Nacional Químico-Farmacéutica.
— Consorcio del Seguro Agrícola Integral y Ganadero.
— Caminos Federales de Ingresos.
— Fábrica de Papel Tuxtepec.
Como puede verse, el aparato estatal recibió un fuerte impulso durante este sexenio, ampliándose con una serie de organismos y empresas estatales y con el fortalecimiento de los ya existentes, tales como Petróleos, Comisión Federal de Electricidad, Ferrocarriles, Pensiones, Nacional Financiera y otros.
Defensa del Patrimonio Nacional
El gobierno de don Adolfo Ruiz Cortines en líneas generales procuró defender el patrimonio nacional evitando la enajenación de algunas riquezas naturales y rescatando importantes empresas extranjeras. Durante el sexenio se logró incorporar a las reservas nacionales algunos productos minerales importantes como el uranio, el torío y otros; se evitó que los yacimientos de hierro de Peña Colorada pasaran a manos de una empresa extranjera, y no se otorgaron nuevas concesiones azufreras, Por otra parte, se nacionalizaron algunas empresas mineras extranjeras como El Boleo y Angangueo, grandes latifundios como el de Cananea, y se mexicanizó el servicio telefónico que estaba controlado por empresas norteamericanas y suecas.
Esto no obstante, la política frente a los intereses fue zigzagueante, y en algunos casos se hicieron algunas concesiones importantes a dichos intereses. Como caso destacado debemos citar el relativo a los lubricantes que no obstante que Petróleos Mexicanos al poner en operación su planta de Salamanca se convirtió en el único productor, por una debilidad del gobierno ante las presiones de las compañías extranjeras, en lugar de eliminarlas del mercado, y hacer la distribución de los lubricantes en forma directa, se les otorgó un contrato mediante el cual la empresa nacional se comprometió a venderles el producto a bajo costo: De igual manera, el gobierno aunque ya no otorgó nuevas concesiones azufreras a compañías extranjeras, otorgó contratos a varias de ellas para la explotación de extensos yacimientos propiedad de la nación.
Por el mismo tenor durante el gobierno de don Adolfo se incrementaron considerablemente las inversiones extranjeras directas, elevándose a más de 529 millones de dólares en el sexenio, o sea, más de tres veces del aumento registrado durante los 6 años de gobierno del licenciado Miguel Alemán. Y en lo que hace a créditos del exterior, el aumento fue de 625 millones de dólares, o sea tres veces los utilizados por el régimen anterior.
A manera de balance
Durante el gobierno de don Adolfo Ruiz Cortines el capitalismo de Estado continuó su proceso de consolidación con una tendencia favorable a los intereses de la oligarquía, aunque en una proporción menor que el régimen anterior. Los salarios lograron mejorar su posición en la distribución del ingreso nacional, elevándose al 27% se redujo aunque ligeramente el aumento de los precios; se adoptó una política menos desfavorable en materia de salarios y relaciones obrero-patronales se instituyó el "aguinaldo" para los servidores del estado; se dio impulso a la producción agrícola y se tendió a proteger los ingresos de los campesinos, y se fomentó la construcción de viviendas.
Frente a estas mejorías, sé sufrieron importantes retrocesos revolucionarios. El reparto agrario se mantuvo al mismo nivel del sexenio anterior, distribuyéndose solamente 3.5 millones de hectáreas. Aunque se afectaron tres grandes latifundios: el de San José Cloete, en Coahuila, el de Babícora, en Chihuahua, y el de Cananea, en Sonora, se fortaleció en cambio el nuevo latifundismo en las tierras de riego, las más ricas y productivas del país. Se fortaleció aun más la oligarquía tanto económica como políticamente. Finalmente, aumentó la dependencia económica respecto al exterior, a través de mayores inversiones directas y de créditos extranjeros, así como por los efectos de la devaluación del peso.
De esta manera el capitalismo de estado siguió perdiendo su contenido popular y nacionalista y orientándose en favor de los intereses de la oligarquía. Por esta razón, al terminar el sexenio ruizcortinista el país volvió a encontrarse en una situación de intranquilidad y fuertes tensiones políticas, como al finalizar el gobierno del Lic. Miguel Alemán.♦